Logo de Excélsior                                                        

Un momento, salgo a fumar, señor Presidente

Raymundo Canales de la Fuente

Raymundo Canales de la Fuente


Yo no tengo ni tendré acceso nunca a ver al Presidente, soy un ciudadano común, lejano a los círculos del poder, pero mi imaginación me da para una charla informal con el jefe del Ejecutivo federal en la que hago una pausa y le solicito unos minutos para salir a fumar uno de esos tabacos actuales que no se queman y, por lo tanto, no emiten humo.

 

  •  

En mi ejercicio imaginativo, salgo de Palacio Nacional a caminar en el Zócalo, prendo mi dispositivo y al dar la primera calada se acerca un policía que, en un tono agresivo, me ordena apagar el aparato y me advierte, además, que tampoco puedo tirar la colilla porque es otra falta administrativa, a pesar de que no hay basureros.

Necesito sostener en la mano el cigarrillo a 200 grados, retirarme y buscar un lugar destinado a ese tipo de basura o se me aplicará una cuantiosa multa. Mis argumentos frente a la autoridad, relativos a que no estoy emitiendo humo, que no estoy dañando a nadie aparte de mí, que no desprende olores y que por lo tanto no molesto a nadie, no sirven absolutamente de nada. El representante de la autoridad me exhibe el reglamento (perdón, pero esta parte es ridícula, los policías nunca traen el sustento legal de su actuación) en el que claramente se especifica la prohibición sobre mi dispositivo en espacios abiertos públicos.

A dicho reglamento no le interesa el daño a la salud, es un asunto de estigmatización y señalamiento sobre quienes consumen cualquier cosa con nicotina; por lo que, entonces, dicho personaje procura dialogar conmigo en voz muy alta, para que la comunidad se entere que soy un nauseabundo individuo que consume nicotina.

El escenario provoca un linchamiento verbal, propiciado por el policía y secundado por un grupo de transeúntes que detienen su marcha para proferir diversos insultos sobre mi persona…. En ese momento detengo la escena imaginaria.

La respuesta que brindó el titular de la Conadic en una brillante entrevista que le hizo Ricardo Raphael en su espacio televisivo hace unos días, nos brinda una clara orientación, afirmó categóricamente que la intención del reglamento es señalar a la sociedad que fumar “está mal”.

Por supuesto, el tabaco daña seriamente la salud de los consumidores, como también lo hace el consumo excesivo de calorías o alimentos ultra procesados, pero las respuestas sanitarias en estos casos han girado en torno a crear conciencia social y advertencias en los empaques de dichos alimentos, nunca ha sido el señalamiento de quien se encuentra comiendo unos tamales o algún alimento de los que se venden en bolsitas.

Ingenuamente pensé que la autoridad política y sanitaria iba a corregir el lamentable error de aprobar un reglamento en esos términos, pero no he visto ni una tímida respuesta; parece que, simplemente, van a imponer un punto de vista único sin importar el atropellamiento de los derechos de muchas personas.

También pensé que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos podría articular alguna respuesta, pero en ese momento caí en cuenta que dicho organismo, en México, se dedica principalmente a defender los derechos de los funcionarios públicos. Lamentable desde cualquier punto de vista.

Señor Presidente, vaya preparando su libretita de multas porque yo voy a fumar cuando considere y sea evidente, que no molesto ni daño a nadie.

 

 

Comparte en Redes Sociales