Resultan cada día más evidentes, a lo largo y ancho del orbe, las múltiples manifestaciones del cambio climático. Desde el deshielo en el Ártico hasta el punto en el que se puede navegar donde antes existían hielos eternos, hasta los incendios en California que han devastado como nunca aquella región, dejando a miles de personas sin casa y sin sus bienes. Los huracanes cada día aparecen en zonas inusuales, así como en épocas del año diferentes.
Podríamos discutir el grado de influencia del comportamiento humano en el calentamiento del planeta, pero cada día aparecen más evidencias de que resulta francamente determinante, es decir, la actividad humana es responsable de una buena parte del cambio climático. La naturaleza no soporta una epidemia como ha sido el comportamiento reproductivo de nuestra especie, y mucho menos fabricando máquinas que todo lo alteran, contaminan y destruyen. El dilema es evidente; nosotros, como miembros de la especie, nos consideramos en un lugar especial, lo que nos ha brindado el derecho sobre muchos otros seres vivientes y simplemente eso no parece compatible con la persistencia de la vida en el planeta.
Frente al dilema hay dos posturas muy claras de quienes se han dedicado a estudiar el fenómeno, existen un gran grupo de intelectuales que afirman que el daño es tan enorme que no hay vuelta atrás, es decir, vamos hacia la extinción de la vida en la tierra, y en contraparte hay otro grupo que afirma la existencia de la posibilidad de revertir el daño, por lo menos hasta un punto que permitiría la persistencia de la vida y la especie, pero implica un cambio de conducta profundo de todos y cada uno de los miembros de la especie humana.
Lo que parece a todas luces irracional, rayando en el ridículo, es negar el cambio climático; la sorpresa es que existe un grupo de personas que así lo afirman. Desde luego no se trata de intelectuales o pensadores, sino de políticos fanatizados, frecuentemente manipuladores y demagogos, que aprovechan algún resquicio en los datos para afirmar esas ridiculeces ganando obviamente notoriedad frente a masas de personas cada día más absortas en ese mundo digital paralelo, que puede ser muy interesante e informativo, pero también profundamente dañino e idiotizante, dependiendo cómo se utilice.
Más sorprendente resulta que quien va a presidir al país más poderoso del mundo, Estados Unidos, siga manifestando públicamente y sin ningún pudor que no existe el cambio climático. Algo refleja semejante hecho, y habrá que estudiar mucho para entender un fenómeno tan caótico, quizá la democracia como la hemos entendido recientemente tiene una cantidad de defectos tan grandes que resulta utópica y disfuncional hasta el punto en el que están apareciendo por todos lados líderes francamente indeseables, pero que ganan limpiamente los procesos electorales.
Nos debe llamar la atención como para crear un gran movimiento de estudio con capacidad para mostrarnos las conclusiones. No hay otra salida razonable.
