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De brujos, fentanilo y espías

Raymundo Canales de la Fuente

Raymundo Canales de la Fuente

A lo largo de las últimas semanas hemos sido testigos de hechos francamente escandalosos y otros ridículos.

Debido a una investigación periodística bien conducida, que concluye con un interrogatorio al Ejecutivo federal respecto del espionaje articulado por el Ejército sobre un activista de derechos humanos, pudimos saber que, efectivamente, el gobierno de México espía a ciudadanos, sin justificación ni permiso de la autoridad jurisdiccional.

Acto seguido, el presidente Andrés Manuel López Obrador atrae la atención de todos los medios con una propuesta para la salud en México afirmando que el Programa IMSS-Bienestar se dispone a contratar personajes como hierberos y hueseros.

La afirmación es tan ridícula que ni Zoé Robledo, director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo pone en sus redes sociales, es una de esas escenas que los mexicanos definimos como de pena ajena.

En términos formales, es legalmente imposible, la institución carece de códigos laborales para contratar personajes de ese perfil y el presidente López Obrador lo sabe, su única intención es distraer de lo que podría ser un escándalo, es decir, el espionaje.

Para fortalecer el efecto hace otra propuesta para prohibir el fentanilo de uso médico. También es imposible, ya que los anestesiólogos de todo el país lo utilizan a diario, porque es una herramienta muy valiosa y, por supuesto, ese fentanilo no es el que se trafica de forma ilegal.

Según sus afirmaciones, lo va a proponer al gobierno norteamericano, quien, por supuesto, no ha hecho el menor caso a la ridiculez.

De nuevo es la intención de distraer respecto de algo tan grave como el uso de Pegasus por su gobierno.

Hasta que dejemos de atender sus temas no podremos ponderar con la cabeza fría los efectos del actual gobierno, ni estaremos en capacidad de proponer estrategias para mejorar.

Seguimos en su agenda y en sus temas, por ridículos que sean.

 

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