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Breve historia del agua en Monterrey (I)

Ramón Aguirre

Ramón Aguirre

Registro Tláloc

Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey (SADM), creada como una compañía paraestatal en 1956, ha sido considerada, junto con el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León (SAPAL), como uno de los dos organismos operadores más eficientes del país. Es por ello que llama la atención la grave crisis por falta de agua que está padeciendo la ciudad de Monterrey… ¿qué falló entonces?

La Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM) está ubicada en una región semiárida, con condiciones climatológicas extremas y veranos con temperaturas de más de 40°C, donde las lluvias —y, con ello, las fuentes de abastecimiento— escasean. Fue hasta 1909 cuando inició el suministro formal del agua por parte de una empresa privada canadiense, la que, hasta finales de los años cuarenta, proporcionó un servicio satisfactorio, pero que, ante el acelerado crecimiento de la ciudad, empezó a mostrar ineficiencias, tomando el entonces gobierno estatal la decisión, previo pleito legal con la empresa, de comprar el organismo de agua con un crédito de Nacional Financiera.

Pese a los esfuerzos realizados por el organismo estatal SADM, la adquisición de créditos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y con Banobras, así como inversiones de la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos, no fue posible mejorar sustancialmente la situación, ya que, mientras que la población se incrementaba al triple, las mejoras en el servicio no lo hacían ni con mucho en la misma proporción. Por ello, en el transcurso de la década de los cincuenta y hasta mediados de los ochenta, con sus altibajos, la ciudad padeció seriamente por la falta de agua.

Resolver a fondo el problema no era un tema sencillo ni barato. Fue hasta que la habilidad política de Alfonso Martínez Domínguez, que gobernó Nuevo León en el periodo de 1979 a 1985, alegando la importante contribución de la capital regiomontana al país, logró un gran acuerdo con el entonces presidente de la República, el licenciado José López Portillo, quien en marzo de 1980 anunció el Plan Hidráulico de Nuevo León y el inicio de la construcción del Acueducto Linares-Monterrey, que se integraría con cinco presas, comenzando con la más importante: Cerro Prieto, cerca de la ciudad de Linares, y que vendría a resolver la falta de agua.

Pero la construcción del acueducto, por cierto, inaugurado en 1985, no sería suficiente, ya que el agua se entregaría a la entrada de la ciudad, en el tanque San Roque, por lo que era necesario que SADM construyese un anillo de transferencia que consistiría en una tubería perimetral de la ciudad para la entrega de agua a tanques y que, además, interconectaría las fuentes de abastecimiento. Para su financiamiento, en 1983 se alcanzó un acuerdo con el BID, que impuso tres condiciones: i) las tarifas deberían aumentarse a costos reales, ii) el organismo operador, SADM, debería someterse a una mejora integral de eficiencia y, iii) era necesario conseguir el apoyo del gobierno federal respecto al importante adeudo que tenía el SADM por los créditos antes adquiridos.

Fue así como se autorizó un incremento del 75% de las tarifas junto con su permanente actualización tarifaria, además de un segundo acuerdo alcanzado por el gobernador Martínez Domínguez, ahora con el presidente Miguel de la Madrid, quien en mayo de 1983 anunció que la SHCP absorbería la deuda del SADM.

Como resultado, se sentaron las bases para un sostenido fortalecimiento institucional del SADM, por lo que no es de extrañar que, con estos antecedentes, junto con la vocación de trabajo de los regios, lograran contar con un organismo ejemplar y altamente eficiente. El cómo se llegó entonces a la actual crisis de falta de agua y qué lecciones deberíamos aprender de esto será tema de la siguiente columna.

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