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Tiro en el pie

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

Hace un mes, el 19 de octubre pasado, la incertidumbre sobre el rumbo económico de México en el próximo sexenio comenzó a manifestarse claramente en los mercados.

Primero fueron los planes de suspender las exportaciones de crudo, lo cual dejaría a Pemex sin acceso a monedas fuertes para hacer frente a su enorme deuda, que asciende a más de dos billones de pesos, 87% de la cual está contratada en dólares.

La agencia Moody’s Investors Service advirtió que el plan del nuevo gobierno de México de dar paso a un modelo centrado en la refinación generaría riesgos cambiarios y de flujo de efectivo.
      La calificadora Fitch Ratings bajó a negativa la perspectiva crediticia de Pemex, debido a la creciente incertidumbre sobre los futuros cambios potenciales en la estrategia de negocios de la empresa.

Después vino el anuncio de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, ante el cual diversas calificadoras y corredurías incorporaron la noticia en su visión de la deuda soberana del país.

Por ejemplo, HR Ratings bajó la perspectiva de “estable” a “negativa, debido al deterioro en la inversión y riesgo que el anuncio implicaba.

En el momento mismo que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, daba a conocer el resultado de la consulta sobre el aeropuerto, el tipo de cambio cayó rápidamente.

En un mes, el peso mexicano ha perdido 7.2% en su cotización frente al dólar estadunidense, con lo cual la deuda externa del país –445 mil 610 millones de dólares, al cierre del segundo trimestre de este año, según el Banco de México— pasó de 8.4 billones a nueve billones de pesos en el mismo lapso.

De ese modo, los 500 mil millones de pesos de fondos públicos que López Obrador dijo que serían recuperados por concepto de lucha contra la corrupción se han esfumado.

La puntilla la dio el anuncio por parte de senadores de Morena de que impulsarían una iniciativa para eliminar muchas de las comisiones que los bancos cobran a sus clientes por sus servicios, el pasado jueves 8 de noviembre.

La noticia provocó un día negro en la Bolsa Mexicana de Valores, donde el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) se desplomó 5.8%, su mayor caída en 11 años.

La reacción hizo que esa misma noche el próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, sacara un comunicado conminando a los legisladores de Morena a ser responsables. Y como eso no fue suficiente para calmar a los mercados, el propio Presidente electo debió salir a prometer que durante tres años no se tocaría el marco legal que rige a las instituciones financieras.

En 11 días, entre el 5 y el 16 de noviembre, el IPC pasó de 46 mil 817 a 42 mil 319 puntos, una caída de 9.6 por ciento. En un mes, el desplome de la Bolsa ha sido de casi 11 puntos.

Pero ni el deterioro de las acciones de diversas empresas mexicanas ni la depreciación del tipo de cambio —y su inminente impacto en la inflación— quizá sean las peores noticias para la economía mexicana, sino el aumento en el rendimiento del bono mexicano a diez años, que en un mes pasó de 8.02% a 9.07 por ciento. Este incremento, de más de un punto, significará un mayor costo en el financiamiento del desarrollo del país.
     Uno tiene que preguntarse en qué estaban pensando el próximo gobierno y los legisladores de Morena al permitir que las variables macroeconómicas se deterioren así, como si las señales de la volatilidad internacional no fuesen suficientemente claras.

¿Por qué querer comenzar el primer año del nuevo sexenio —que suele ser de un bajo crecimiento— con estos indicadores en contra? ¿Por qué darse un tiro en el pie?

Si el nuevo gobierno de verdad quiere cerrar la brecha entre quienes más y quienes menos tienen, la manera de hacerlo pasa por generar un mayor crecimiento. Y eso implica, necesariamente, fomentar mayor inversión.

La revista británica The Economist, que suele ser un faro para los inversionistas, no tiene muy buenas noticias sobre México en su edición más reciente.

Adiós to certainty: Mexico’s economy se titula el texto que publica sobre el entorno económico que recibirá al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

“¿Qué sucederá hoy? La pregunta ha comenzado a atormentar a los inversionistas en México”, dice el texto en el que se pasa revista a los hechos que han generado incertidumbre en el último mes y que es ilustrado por un cartón de Dave Simonds, en el que se ve a López Obrador sobre un monociclo con la llanta ponchada mientras malabarea las urnas de sus consultas ciudadanas y las decisiones de cancelar el NAIM y construir el Tren Maya.

¿Qué sucederá de aquí a un mes, cuando el nuevo gobierno tenga que presentar su proyecto de Presupuesto de Egresos? ¿Se impondrá la racionalidad económica o la visión ideológica de que hay que acabar, a como dé lugar, con el malvado neoliberalismo?

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