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Peligro claro y presente: las variantes del virus

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

A principios de diciembre pasado, durante una reunión de rutina para evaluar la evolución de la pandemia por covid, epidemiólogos británicos se sorprendieron por el rápido crecimiento de los contagios en el condado de Kent.

Al realizar una secuenciación del genoma de 545 casos locales, se dieron cuenta de que en la mitad de ellos aparecía una variante que no había sido detectada previamente. Estudios posteriores encontraron que ese tipo de mutación del coronavirus SARS-CoV-2 había estado presente desde finales de septiembre y que, para mediados de noviembre, ya era responsable de una tercera parte de las infecciones en el área metropolitana de Londres.

Fue entonces cuando decidieron sonar la alarma.

Aunque todos los virus mutan —su proceso de replicación da lugar a constantes cambios—, la rapidez con la que surgió esta variante ha sorprendido a los especialistas.

Para el 13 de enero, esta variante —bautizada como B117— había sido detectada en medio centenar de países, de acuerdo con información de la OMS, y en todas las regiones, menos el sureste asiático. También han surgido otras, como las de origen sudafricano y brasileño, que tienen igual o más preocupados a los expertos.

Inicialmente, se había determinado que la B117 era más contagiosa que el virus aparecido en China a finales de 2020, pero no más mortífera. Sin embargo, apenas el viernes 22, el primer ministro británico Boris Johnson anunció que nuevos estudios realizados por un grupo especializado concluyó que podría incrementar la mortalidad entre 30 y 40 por ciento. Una prueba de esto se dio recientemente en Canadá. En la ciudad de Barrie, a unos 90 kilómetros de Toronto, comenzó un brote de covid el 8 de enero en una casa de retiro. Para el sábado pasado, ya habían muerto 32 personas. Al realizar pruebas, se encontró que por lo menos 84 empleados y 129 residentes —prácticamente toda la comunidad— se habían contagiado de la variante B117.

Robyn Lee, epidemióloga de la Universidad de Toronto, dijo a la cadena CBC que este brote debiera ser una llamada de atención. “Necesitamos hacer algo para frenar los contagios comunitarios y hacer más pruebas”. De acuerdo con medios canadienses, un 5% de los casos en el país son sometidos a secuenciación para detectar variantes del virus.

Alemania, donde ya han aparecido las tres variantes mencionadas aquí, ha comenzado a tomar medidas para evitar su propagación. Luego de una reunión, la semana pasada, entre la canciller Angela Merkel y premieres estatales, se decidió prohibir los cubrebocas caseros en el transporte público, tiendas y oficinas gubernamentales, lugares a los que sólo se puede ahora acceder con mascarillas FFP2, que filtran 94% de las partículas del aire, porque se estima que las primeras no son útiles ante variantes más contagiosas. Otros países, como Francia y Austria, están adoptando la misma medida.

Todo lo anterior nos lleva a México. A principios de enero fue detectada la variante B117 en un ciudadano británico que llegó a Matamoros y que, se cree, pudo haberse contagiado en un vuelo entre Ámsterdam y la Ciudad de México.

¿Qué estamos haciendo como país para evitar contagios con las nuevas variantes, más contagiosas y más mortíferas? La respuesta es nada. Por ejemplo, no se hace rutinariamente secuenciación del genoma para detectar estas variantes. Por eso no tenemos la menor idea de si la actual aceleración de los contagios tiene que ver con las nuevas variantes.

A fines de marzo pasado, yo le recomendé aquí que usara cubrebocas. Hoy le digo algo más: todos debemos abandonar los cubrebocas caseros y usar aquellos que ofrecen mayor protección, y usarlos bien.

En su libro Un daño irreparable, la doctora Laurie Ann Ximénez Fyvie dice, con mucha razón, que si en aquellos momentos, cuando teníamos muy pocos casos de covid, “las autoridades hubieran puesto en práctica las medidas que son principios básicos en epidemiología, en México se habría podido frenar la pandemia, o por lo menos lo muertos no hubieran sido tantos” (página 171). Hoy estamos ante otra oportunidad, viendo cómo se expanden por el mundo variantes más contagiosas y mortíferas. No nos confiemos en la vacunación, que no avanza tan rápido. No esperemos a que la B117 y otras mutaciones nos golpeen salvajemente.

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