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Lamento mexicano

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

Cada vez que ocurre una inundación en este país, de inmediato se ofrecen dos explicaciones: que llovió de forma “atípica” y que la gente tira tanta basura en la calle que las coladeras se tapan. Es decir, acaba por no ser culpa de nadie. Y, con ello, jamás se ofrece solución alguna al problema con lo que, de seguro, la inundación se repetirá.

Ecatepec es la mejor muestra de lo que estoy diciendo. En muchas colonias de ese municipio mexiquense –uno de los más poblados del país–, las paredes llevan las marcas de las últimas veces que subió el agua. Como sucedía en el Virreinato.

Por Ecatepec han pasado gobiernos de varios signos políticos. Hasta 2000 sólo había tenido ayuntamientos de mayoría priista, pero luego vinieron los del PAN, PRD y Morena. Todos tienen algo en común: ninguno ha logrado evitar las inundaciones ni convencer a distintos gobiernos federales de contribuir en lo que les tocaba.

El Atlas de Riesgos municipal dice claramente que “las lluvias extraordinarias históricamente han causado los mayores desastres” en Ecatepec. De hecho, ese riesgo se conoce desde la Colonia, cuando se construyó el Albarradón de San Cristóbal, para contener las aguas de los lagos de Zumpango y Xaltocan.

¿Por qué se repiten casi cada año las inundaciones en Ecatepec? Porque hay gente –cientos de miles de personas– viviendo donde no es seguro. Se podrá alegar que las colonias ubicadas en zonas de riesgo se fundaron por necesidad, luego de invasiones de tierras. Así es, sin duda, pero describir un problema no equivale a resolverlo.

Ningún gobierno, ni municipal ni estatal ni federal, quiere echarse a cuestas el trabajo que se requiere para evitar las inundaciones: reubicar a quienes se asentaron irregularmente en lugares como la Barranca de San Andrés, por donde bajan los torrentes de agua de la Sierra de Guadalupe cuando llueve como llovió esta semana.

Si uno ve el mapa del municipio, las colonias que sufrieron más daños son aquellas comunicadas por la avenida San Andrés –construida sobre una bajada natural del agua–, desde San Andrés de la Cañada, en la parte alta, hasta Santa Clara, en la baja.

Lo mismo puede decirse de la inundación en Tula, Hidalgo, que produjo el fallecimiento de 15 pacientes internados en el Hospital General de Zona número 5 del Instituto Mexicano del Seguro Social. A esos no los mató una “lluvia atípica”, sino la indolencia en la planeación gubernamental.

Una semana antes de la tragedia, una joven que había salido a comprar una pizza con su novio, en medio de una tormenta, cayó accidentalmente en la canaleta de la avenida La Presa, en Tlalnepantla, Estado de México, que desemboca en el río de los Remedios. Su cuerpo fue localizado al día siguiente, a 72 kilómetros de ahí, en la presa Endhó, en los límites de los municipios de Tula y Tepetitlán.

Su muerte fue una triste comprobación de la fuerza de la corriente y lo expuesto que está el sur del estado de Hidalgo a los escurrimientos de la zona metropolitana de la capital, cosa que se ha sabido siempre. Aun así, el hospital que se convirtió en epicentro del desastre se construyó, durante el gobierno de José López Portillo, a sólo una cuadra de la ribera tradicional del río Tula, que cruza de norte a sur la cabecera municipal, lo que lo dejó completamente propenso a ser afectado por cualquier desbordamiento, como el que ocurrió.

Al novio de la chica ahogada lo detuvieron en lo que se investigaban los hechos. En Tula se considera que 15 muertes fueron cosa de la naturaleza.

El cambio climático va a exacerbar la vulnerabilidad en la que viven millones de personas en este valle. Las decisiones que no se tomen hoy para corregir la irresponsabilidad de sucesivos gobiernos se lamentará en los años por venir.

BUSCAPIÉS

Durante el gobierno de Vicente Fox, un director de Notimex fue cesado porque se consideró que la cobertura que dio la agencia a la presentación de su libro constituía un uso irregular de recursos públicos. Hoy a nadie parece importar que se utilice una conferencia pública para promover una obra y presumir el resultado comercial.

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