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Favor de no tocar

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

El presidente Andrés Manuel López Obrador hizo ayer algo insólito, incluso para un político heterodoxo como él: adelantarse al Banco de México en el anuncio de la decisión de política monetaria que haría su Junta de Gobierno a las 13 horas.

Es verdad que no hubo mayor sorpresa en el incremento de 50 puntos base en la tasa de interés de referencia. Había un amplio consenso entre los analistas de que sucedería justo eso.

Sin embargo, la infidencia presidencial lesionó la credibilidad de la institución. Lo hizo de dos maneras:

Primero, de forma (y, en política, como se sabe, forma es fondo). En el caso de un Presidente que ha puesto en entredicho el valor de las instituciones autónomas del país, el cotilleo se leyó como un pisotón al papel del banco central, aunque no sea, en los hechos, una vulneración a su proceso de toma de decisiones.

Segundo, en la legalidad. El artículo 45 de la Ley del Banco de México establece que “quienes asisten a las sesiones deberán guardar confidencialidad respecto a los asuntos que se traten en ellas, salvo autorización expresa de la Junta de Gobierno para hacer alguna comunicación”.

Ese mandato tiene una lógica implacable. Las decisiones de política monetaria tienen efectos sobre la economía y, por tanto, sobre la vida de los ciudadanos. Su transparencia resulta fundamental para crear confianza. Cada palabra que sale de un banco central es escudriñada por parte de los actores económicos en busca de señales. Por eso, su política de comunicación debe ser absolutamente clara. Alan Greenspan, quien presidió el Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos de 1987 a 2006, dijo una vez que había tenido que aprender a “mascullar con coherencia”. Es decir, informar sin hablar de más.

El Banxico anuncia sus decisiones de política monetaria en una fecha conocida de antemano. Lo hace siempre a las 13 horas, casi al cierre de los mercados. Lo mismo ocurre en otros países (el Banco de Inglaterra lo hace a las 12 del día; el Banco Central Europeo, a las 13:45 horas, y la Fed, a las 2 de la tarde).

Quizá podamos convenir en que es correcto que el Ejecutivo conozca esa información antes que nadie. Pero ese privilegio debe conllevar por fuerza la discreción.

Que el Presidente madrugara al Banco de México poco después de las 9 de la mañana –casi cuatro horas antes del tiempo previsto– no es una simple falta de cortesía o un descuido, sino que pudo haber tenido efectos económicos indeseables.

En su cuenta de Twitter, la analista Gabriela Siller Pagaza comentó: “El peso se estaba apreciando desde hoy temprano, por lo que surge la inquietud de si alguien más, además del Presidente, sabía de la decisión de Banxico y dio pie a cambios en sus portafolios de inversión. Por muchas aristas, esto es algo de gran preocupación que no debe repetirse”.

Cuando López Obrador decidió no renovar el mandato de Alejandro Díaz de León como gobernador del Banco de México –luego de que éste no entregó al gobierno los remanentes de operaciones cambiarias que él esperaba– y propuso en su lugar a la subsecretaria Victoria Rodríguez Ceja, surgieron dudas sobre si eso contribuiría a cuidar la autonomía de la institución, algo a lo que se había comprometido el mandatario.

Por las razones expuestas arriba, que López Obrador se adelantara al anuncio de política monetaria afecta la autoridad de Rodríguez Ceja y da argumentos a quienes lo cuestionan.

El Banxico es la barrera que ha evitado que la economía mexicana se desbarranque como sucedió en los años 70, 80 y 90. Si el Presidente de verdad cree, como ha dicho, que lo peor que podría pasarle a su gestión es una crisis como aquéllas, tiene interés en no andar jugando con los botones.

BUSCAPIÉS

Ayer por la tarde, en la inauguración de la Convención Bancaria, en Acapulco, el presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció disculpas por adelantarse al anuncio del Banxico. Explicó que no supo que aún no se había publicado, pues la noche del miércoles había recibido la información sobre la decisión de elevar 50 puntos base la tasa de interés.

 Además, reafirmó su compromiso con la autonomía del banco central. El reconocimiento del error es, sin duda, positivo.

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