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Ésta no es otra columna sobre el cambio climático

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

Dedicar espacio periodístico al calentamiento global suele ser fuente de enorme frustración, porque el tema no parece interesar a muchos. Sin embargo, hay que hacerlo.

Durante 30 años, el doctor Michael T. Osterholm, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota, escribió que el mundo enfrentaría, tarde o temprano, una pandemia. Pocos voltearon a verlo… hasta que llegó el covid-19.

No debe pasarnos lo mismo con el cambio climático. Éste es un fenómeno que ha sido desestimado durante medio siglo —incluso por personas que se hacen pasar por científicos—, pero avanza irremediablemente y puede provocar un daño infinitamente mayor al del coronavirus.

Es cierto, a mucha gente le cuesta trabajo enfocarse en cosas que no puede ver. Y, por desgracia, vivimos tiempos en que el liderazgo político es incapaz de transmitir cualquier sentido de urgencia. Eso ha llevado a que se fomente la creencia de que el cambio climático no existe o que se trata de un fenómeno que dañará a pocos seres humanos —como los esquimales— o que para cuando se manifieste con claridad todos los que habitamos actualmente este planeta habremos muerto de viejos. Sin embargo, algo ha pasado este año. Hay países que experimentan grandes incendios forestales (Canadá, EU, Rusia, Italia, Grecia y Turquía) y otros que sufren inundaciones nunca vistas en la historia reciente (Alemania, Bélgica, Holanda, Reino Unido, Sudán, Corea del Norte y China). Las imágenes de la naturaleza herida han ocupado espacios en los noticiarios de televisión que son imposibles de pasar por alto.

Ayer, la imagen que dio la vuelta al mundo fue la de los residentes de Evia, la segunda isla más grande de Grecia, escapando del lugar donde murieron Hércules, en la mitología, y Aristóteles, en la vida real; donde se comenzó a usar el alfabeto griego y cuyos paisajes son mencionados en La Ilíada. Los incendios que los barcos dejaban atrás y la tonalidad roja del cielo hacían pensar en el mismísimo infierno.

Ayer, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático puso en palabras lo que imágenes como ésa y las de las devastadoras inundaciones el mes pasado en Alemania están tratando de decirnos. El mundo está en código rojo, advirtió el organismo en su sexto informe.

Para el grupo de expertos, las mortales olas de calor y los poderosos fenómenos hidrometeorológicos que ya pueden verse en diferentes partes del mundo se volverán de más en más severos. El cambio climático se está saliendo de control y, no hay duda, los humanos son los culpables de ello.

Los gases de efecto invernadero que se han acumulado en la atmósfera son suficientes para causar una disrupción climática que durará décadas, si no es que siglos, y las promesas de las naciones para reducir las emisiones no alcanzarán a revertir el daño. Incluso con ellas, el mundo rebasará el umbral de aumento de la temperatura promedio de 1.5 grados Celsius —una amenaza que llevó a la acción global hace tres décadas— y podría alcanzar los dos grados en caso de no hacer nada.

Para México, las expectativas del informe —elaborado con base en unos 14 mil estudios científicos y en el que son citadas las especialistas mexicanas Ruth Cerezo-Mota, Tereza Cavazos y Cecilia Conde Álvarez— prevén un aumento de la sequía y la ocurrencia de incendios forestales en buena parte del territorio nacional.

El cambio climático está aquí. Se huele en el humo de los bosques quemados, se ve en los cielos rojizos y grisáceos, se palpa en los lodos que dejan las corrientes embravecidas que bajan de las montañas. Sólo los necios y los ingenuos no quieren saber lo que pasa. Son los mismos que creen que el covid es un invento y que las vacunas tienen el propósito de implantarnos un chip para controlarnos.

buscapiés

El que un jefe del crimen organizado amenace públicamente a una periodista por hacer su trabajo debe llamar a la acción a toda la sociedad. Debe despertar la solidaridad del gremio y empujar a la autoridad a hacer cesar esa amenaza. Desde aquí, le mando un gran abrazo a la querida colega Azucena Uresti. No estás sola, estamos todos.

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