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El endeble pretexto del tráfico de armas

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

El gobierno federal ha hecho de la lucha contra el tráfico de armas una “prioridad” de su política exterior y, en específico, de la relación bilateral con Washington.

“Se necesita del compromiso de Estados Unidos”, afirmó el canciller Marcelo Ebrard, el 7 de enero de 2020. “¿Cómo se supone que se va a poder doblegar a grupos (criminales) que están fuertemente armados?”, lamentó el secretario, quien informó entonces que millones de armas habían ingresado en el país a través de la frontera norte en los últimos años.

Luego del frustrado operativo para detener en Culiacán a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo –cuando se hizo patente la gran capacidad de fuego del Cártel de Sinaloa–, el gobierno mexicano dialogó con el de Estados Unidos para intentar frenar el ingreso ilegal de armas. Como resultado de ello, ambos países lanzaron el operativo Frozen y crearon un grupo de trabajo contra el tráfico de armas como parte del Grupo de Alto Nivel de Seguridad.

Sin embargo, esta semana quedó claro que los delincuentes no necesitan traer todo su arsenal del extranjero. Parte de él lo pueden conseguir aquí mismo.

La madrugada del miércoles, sobre la carretera federal 57, una de las principales autopistas que cruzan el país, fueron robadas dos cajas de tráiler con siete millones de cartuchos útiles.

Las balas, de diversos calibres, fueron fabricadas por la empresa Industrias Tecnos, en Cuernavaca, y eran transportadas hacia la frontera para su exportación a Estados Unidos. El cargamento iba en un convoy de dos camiones, resguardados por patrullas. Parte de los cartuchos robados eran calibre 7.62, que pueden ser disparados por fusiles de asalto AK-47, AR-15 y M-16. 

De acuerdo con versiones periodísticas, el robo ocurrió a la altura del poblado de La Cabaña del Rey, en territorio de Guanajuato, entre San Diego de la Unión y San Luis de la Paz.

Los ladrones obligaron a los vehículos del convoy a detenerse y amagaron a choferes y custodios en un punto de la carretera en la que se pierde la señal de los localizadores GPS. Kilómetros más adelante, las cajas fueron desenganchadas de las cabinas y reenganchadas en otras.

Al momento de escribir estas líneas, el cargamento no había sido localizado, pese al despliegue que realizó la Guardia Nacional.

El robo ocurrió pocos días después de que el canciller Ebrard lanzó un nuevo llamado a Estados Unidos a tener un mayor compromiso en la lucha contra el tráfico de armas.

En la conferencia mañanera del viernes pasado, en Palacio Nacional, donde se habló de la visita que realizaría a México la vicepresidenta estadunidense Kamala Harris, Ebrard manifestó lo siguiente: “No hemos logrado reducir el tráfico de armas, como tampoco hemos logrado reducir el trasiego de drogas ni el consumo”.

Para un gobierno que ha querido usar el tráfico de armas como justificación de la violencia criminal que ocurre en el país y también como elemento de negociación con Estados Unidos, nada oportuno resulta el robo de un cargamento de cartuchos sobre la carretera por la que transita la mayor parte de las exportaciones e importaciones mexicanas y que ocurre –oh, ironía– en un municipio llamado San Luis de la Paz, donde en la época colonial se firmó un armisticio con los indomables chichimecas.

Sin desdeñar que la cooperación bilateral es muy importante para acabar con el crimen trasnacional, no se podrá avanzar mucho mientras en México no se fortalezca el Estado de derecho y no exista una estrategia clara para acabar con la inseguridad.

Supongo que habrá muchos incentivos para encontrar rápidamente lo hurtado, entre ellos la próxima visita a México del secretario de Seguridad estadunidense Alejandro Mayorkas.

 

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