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¿Dónde están?

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

El secretario general de la ONU, António Guterres, y la alta comisionada de la misma organización para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, se dieron tiempo esta semana –en medio de la atención a la invasión rusa de Ucrania– para pronunciarse sobre la situación de los desaparecidos en México. 

 Como comentaba aquí ayer, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas o no Localizadas alcanzó el lunes la cifra de 100 mil, monto de ausencias denunciadas que se ha acumulado desde 1964, pero especialmente de 2006 a la fecha, lapso al que corresponde 80 por ciento de los casos. 

“António Guterres transmite su profunda solidaridad a los familiares de las víctimas que anhelan reunirse con sus seres queridos, los buscan incansablemente y siguen luchando por la verdad, la justicia y las garantías de que esto no vuelva a suceder”, destacó Naciones Unidas. 

“El flagelo de las desapariciones es una tragedia humana de enormes proporciones... Ningún esfuerzo debe escatimarse para poner fin a estas violaciones de derechos humanos y abusos de dimensión extraordinaria, así como para reivindicar los derechos de las víctimas a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición”, señaló, a su vez, Bachelet. 

 Para dimensionar la tragedia de las desapariciones en México –y la preocupación que eso está provocando no sólo en nuestro país, sino en el mundo–, la cifra de personas ausentes equivale a que la ciudad de Tlaxcala amaneciera completamente despoblada. 

 Pero no sólo es el monto, sino el ritmo al que éste ha ido creciendo. Ayer le comentaba que en lo que va de este año han desaparecido 27 personas en promedio al día (una cada 53 minutos), de acuerdo con los datos del Registro. Sin embargo, 48 horas después de que el contador había alcanzado la cifra de 100 mil, se habían agregado otras 137. 

En su conferencia mañanera del miércoles, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que “se está haciendo un trabajo de búsqueda como nunca”. Y agregó: “Ningún gobierno se había ocupado de los desparecidos como ahora”. Cuando se le preguntó por qué sigue incrementándose el número de desaparecidos, respondió que quizá porque ahora se les busca y antes no. “Que no se ponga el sombrero”, me dijo Lucía Díaz Genao, fundadora y vocera del Colectivo Solecito, de Veracruz, una de las organizaciones que rastrean el paradero de las personas ausentes. “La sociedad es la que más ha venido haciendo”, afirmó, en entrevista para Imagen Radio. 

El Colectivo Solecito nació –de acuerdo con la definición de la propia Díaz Genao– de la disposición de ocho madres de desaparecidos para “hacer una resistencia a la negligencia, inoperancia y sumisión de las autoridades”. 

Nueve años después de constituirse, ha logrado encontrar los restos de 374 personas en dos predios del estado –Colinas de Santa Fe, en Veracruz puerto, y El Arbolillo, en Alvarado–, de las cuales 32 han sido identificadas. Otros grupos de buscadores trabajan en Jalisco, Coahuila, Tamaulipas, Sonora, Michoacán, Guanajuato, Morelos, Tabasco, Guerrero, Zacatecas y otros estados. La constante es la falta de apoyo de las autoridades y el peligro que corren al realizar su labor. 

 En julio de 2020, José Nicanor Araiza Dávila, quien buscaba a su hijo, fue hallado muerto en el municipio de Concepción del Oro, Zacatecas, luego de que, una semana atrás, había sido sacado por hombres armados de su domicilio en Villa de Cos, a casi 200 kilómetros de distancia. Días antes había sido asesinada Aranza Ramos, quien buscaba a su esposo en Sonora. 

 Lucía Díaz Genao me comentó que no sólo dudaba de la voluntad de las autoridades de trabajar para ubicar el paradero de los ausentes y llevar a la justicia a los culpables sino incluso de la misma cifra oficial de desapariciones. “Son por lo menos 400 mil”, sostuvo. “Decir que son 100 mil es minimizar el problema”. 

 Ahora que el tema de las desapariciones en México está en la agenda internacional, el gobierno tendrá que realizar un esfuerzo sistemático de búsqueda. La mejor manera de comenzar es escuchando, apoyando y protegiendo a las organizaciones de buscadores, que ya han acumulado experiencia sobre los casos y conocimiento del terreno. 

 

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