Declaraciones VI. Seijaku
Se trata de lograr mantenernos, frente al caos o la perturbación, en una sensación “de calma activa”, es decir, serenos y pensantes, creativos y activos frente a esa incomodidad y generar desde nuestro lugar un cambio, una solución.
La reflexión calmada y tranquila desenreda todos los nudos.
Harold MacMillan
Vivimos en un mundo que nos hace sentir muchas veces imbuidos por el caos; lo cierto es que los seres humanos percibimos la realidad con base en nuestras expectativas, y hoy se han elevado y enfocado hacia un bienestar medianamente exigible, que quizá en otros momentos de la historia parecían inviables. Por eso no, no es que los problemas de hoy sean peores que los de hace años, no… lo que ha mejorado son las expectativas y, por ello, nuestro nivel de exigencia de lo que debe o no debe ser. Aun así, la queja es manifiesta como canto al unísono y las quejas por sí solas no resuelven el embuste ni los agravios. A mí me enseñaron a no presentar una queja si no traía aparejada la angustia, una solución medianamente lógica y viable o un tiempo de previa reflexión. Lo agradezco; en la actualidad se ha demostrado que acostumbrar el cerebro a la queja es la primera dosis de veneno para potenciar una visión fatalista de la realidad y colaborar de lleno a la pérdida de sentido y solución de la situación que se presente. La queja dice mucho de uno mismo y, le aseguro, no es nada alentador.
La queja nos coloca siempre en el pasado, nos relega al papel de víctimas, lo que nos lleva a culpar a algo o a alguien más y nos vuelve irresponsables y nos hace perder el control sobre nosotros; en lo personal, suelo generar una profunda resistencia a la imposición sin fundamento, y las quejas tienen esa esencia, esa especie de nube gris que te impide ver las oportunidades, lo rescatable, lo positivo y el balance necesario para continuar agradeciendo lo que no ha sufrido ningún mal y enfocarte en lo que sí puedes hacer. Las quejas surgen de la incomodidad, y ésta, para dejar de padecerla, necesita un cambio: a mayor incomodidad, mayor radicalidad. Y esto, en el mejor de los casos, de no ser así, la queja siempre incitará a la parálisis, la procrastinación y, por supuesto, al estrés y a la angustia. Las declaraciones son esas aseveraciones que manifestamos y nos permiten hacer esos cambios que, en este particular, se necesitan para poder modificar la narrativa y motivar a la acción. Hay muchas formas de separarse de la queja; por supuesto, la primera es hacer un autoanálisis profundo de las veces que caemos en esa situación, después, quitarle el poder de la dramatización y la gravedad, darle su justo valor y perspectiva, comprender que nada es perfecto y que eso nos deja un espacio increíble de acción, transformación, flexibilidad, cambio y que, por último, bien puede ser el principio de todo: aprender a mantener la calma… y le diré aun algo mejor, la calma energizada.
La calma energizada es exactamente lo que significa la palabra seijaku, se trata de lograr mantenernos, frente al caos o la perturbación, en una sensación “de calma activa”, es decir, serenos y pensantes, creativos y activos frente a esa incomodidad y generar desde nuestro lugar un cambio, una solución. Esta palabra japonesa nos invita a encontrar nuestro centro y mantener la calma en el ojo de la tormenta. Por eso hoy le invito a entrenar el seijaku, a encontrar ese centro en usted que le permita mantener esa serenidad activa que posibilite modificar aquello que le incomoda, le perturba, le distrae o le resta fuerzas y energía, para ocuparse de aquello que le es prioritario. No permita que su estabilidad dependa de nada ni de nadie, es su derecho, su deber y su responsabilidad cómo elige mirar el mundo y moverse en él, asegúrese una posición en la que pueda elegir sobre su vida. Recuerde que siempre podemos hacer algo diferente, no podremos cambiar la situación, pero siempre podremos elegir cómo enfrentarla, cómo cambiar la visión, la percepción o el ángulo desde el cual elegimos mirar la realidad y a nosotros en ella. Quizá, sólo quizá, ser más cercanos, más sensibles, más comprensivos… en fin… más humanos, proveerá suficiente calma en medio del caos, nos permitirá aprender una nueva lección y revelar algo más grande y valioso en nosotros mismos y en los demás… como siempre, usted elige. ¡Felices declaraciones, felices vidas!
