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México y el ferrocarril

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Luis Maldonado Venegas*

 

Que en buena medida la Revolución Mexicana se hizo en trenes nos lo recuerdan algunas viejas canciones o corridos de la época. Por ejemplo, Siete leguas: “…como a las tres de la tarde/ silbó la locomotora; arriba, arriba muchachos, suban la ametralladora…”, o La rielera: “Yo soy rielera y tengo mi Juan, / él es mi vida, yo soy su querer; siempre me dice cuándo se va el tren, / adiós mi rielera ya se va tu Juan”.

Seguramente muchos paisanos veracruzanos, especialmente los porteños, disfrutaron alguna vez la grata experiencia de viajar en tren. Fueran las dos rutas de pasajeros con destino a la Ciudad de México: el Mexicano, por Córdoba y la impresionante barranca de Metlac, o el Interoceánico, por Xalapa y Perote. Otro gran servicio fue el del tren centroamericano, con recorrido hasta Tapachula, dentro de la división que se llamó Veracruz al Istmo (VCI).

Había también importantes trenes locales, como el que unía a Veracruz con la ciudad y puerto de Alvarado, o el tramo de poco más de 100 kilómetros entre Veracruz y Tierra Blanca. Este segundo servicio salía a las seis de la mañana hacia el puerto con el pintoresco nombre de El Amor, en tanto que al retornar por la tarde-noche se llamaba sencillamente El Vagón.

Ciertamente, los ferrocarriles estuvieron unidos durante muchos años a la historia nacional. Recordemos tan solo que la primera ruta México-Veracruz, que hizo las veces de detonante del sector, fue inaugurada en 1873 cuando Sebastián Lerdo de Tejada era presidente de la República.

La desincorporación del Sistema Ferroviario Mexicano fue iniciada por Ernesto Zedillo Ponce de León en 1997. Los Ferrocarriles Nacionales de México, creados por Porfirio Díaz en 1907, nacionalizados por Lázaro Cárdenas del Río en 1937 y puestos en proceso de liquidación en 2001.

En este 2019 que apenas inicia, continúan en servicio cinco empresas ferroviarias en México: El tren Chihuahua–Pacífico (popularmente llamado Chepe), de 673 km desde la ciudad de Chihuahua hasta Los Mochis, Sinaloa, con espectaculares vistas de la Barranca del Cobre y la cascada de Basaseachi en la Sierra Tarahumara.

José Cuervo Exprés, calificado por los expertos como el único tren de estilo antiguo de todo México, con un recorrido de 66 kilómetros aproximadamente entre la ciudad de Guadalajara y el Pueblo Mágico de Tequila, en el estado de Jalisco, con visita incluida (por supuesto) a la destilería tequilera La Rojeña, parte de las instalaciones de la empresa José Cuervo. Hay degustación a bordo.

Tijuana–Tecate, que une las ciudades de Tijuana y Tecate en Baja California, con parada intermedia en la Presa Abelardo L. Rodríguez.

Tren Cholula, turístico, que lleva del Centro Histórico de la ciudad de Puebla a la vecina zona arqueológica de Cholula.

Tren Casa Herradura, también para turistas y viajeros interesados en conocer la industria tequilera jalisciense, que va de Guadalajara a Amatitlán en Jalisco. Incluye una visita a la destilería ubicada en la Hacienda San José del Refugio.

El Consejo Nacional Empresarial Turístico tiene un ambicioso proyecto turístico para iniciar, muy probablemente en este año, el servicio de tren de pasajeros de la Ciudad de México al puerto de Veracruz. Se llamará Ruta de Cortés y aprovechará la infraestructura existente, aunque también está prevista una inversión de 100 millones de dólares para mejoras y mantenimiento.

El 16 de diciembre último, con un ritual en honor de la Madre Tierra, iniciaron las obras de rehabilitación de las vías férreas Palenque-Escárcega, sobre las cuales empezó a construirse uno de los proyectos más importantes del actual gobierno: el Tren Maya, “moderno, turístico y cultural”, según propósito del presidente Andrés Manuel López Obrador.

El objetivo (a cuatro años, con una inversión de seis mil a ocho mil millones de dólares), es comunicar los principales centros arqueológicos de la cultura maya en los estados de Tabasco, Campeche, Yucatán, Chiapas y Quintana Roo, particularmente en cinco poblaciones del sureste para detonar su desarrollo económico como destinos turísticos regionales: Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichén Itzá. El recorrido final tendría una extensión de mil 500 kilómetros.

Otra acción pendiente es la reactivación del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT), para aprovechar en definitiva la privilegiada posición geográfica de los puertos de Coatzacoalcos, en Veracruz, y de Salina Cruz, en Oaxaca.

Ojalá, como dirían los viejos ferrocarrileros, aparezcan luces al final del túnel.

               

*Presidente de la Academia Nacional de Historia y Geografía de la UNAM.

 

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