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Más que nunca, primero los pobres

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Alberto Mansur

“Por el bien de todos, primero los pobres.” Esas ocho palabras sintetizan lo que necesita México para salir adelante. Soy un fiel convencido de la razón de esta frase, acuñada hace más de veinte años por el presidente López Obrador.

Tristemente, nos ha demostrado que para él la frase era un eslogan vacío de campaña, que los pobres eran un medio para llegar al poder, no un fin al que había que servir.

Hoy, “primero los pobres” no es otra cosa que el orden en el que sufren, se enferman o se mueren.

Primero los pobres indios chontales de Tabasco a los que mandó inundar cuando se desbordaron las presas de la CFE. El Presidente ni siquiera se atrevía a dar la cara a sus paisanos. Quería quedarse en Nayarit haciendo lo que sea que hace cuando va a Nayarit. Cuando la situación y la crítica lo obligaron a ir, recorrió la zona en helicóptero y en un vehículo militar, sin mojarse, sin acercarse a la gente. No fuera a ser que los pobres le reclamaran que los haya abandonado, que los haya traicionado.

Esos pobres pobres a los que tan caro les sale ser pobres fueron los primeros en ver sus hogares ahogados por la corriente de la Cuarta Restauración. Los pobres también son los primeros en sufrir el flagelo de la impunidad.

Cuando se es pobre no se puede comprar la justicia que es gratuita sólo en el papel y los buenos deseos de nuestra Constitución. Los pobres no tienen los medios para contratar un abogado ni para engrasar al Ministerio Público ni para ausentarse del trabajo a denunciar, a testificar, a comparecer a juicio. Esto hace que el 92% de los delitos que se sufren en México quede impune. Según el Índice Global de Impunidad del Centro sobre Impunidad y Justicia, somos de los 10 países con más impunidad del mundo, peor que Kazajistán, Camerún o Kosovo.

Los pobres son los primeros en quedarse sin medicinas, sin atención médica, sin tratamientos.

El reporte más reciente del colectivo Cero Desabasto es demoledor: el desabasto de medicamentos en pacientes oncológicos ha tenido un repunte de casos (+188%) durante el segundo cuatrimestre de 2020. El no surtimiento de medicinas es más común en las enfermedades crónicas y de mayor gravedad como diabetes, hipertensión y los males de alto costo como cáncer, VIH, epilepsia, Parkinson o insuficiencia renal.

El desabasto ha sido tal que, según datos del propio IMSS, uno de cada cinco pacientes se fue a su casa sin los medicamentos indicados en sus recetas. El instituto no las tenía. Tuvieron que comprarlas en farmacias privadas, si es que tuvieron dinero para ello.

Así que medicinas para los pobres no hay. Y todo esto en el sector formal. En el sector informal es peor. En la economía informal se vive al día. Si hoy no vendes, hoy no comes. Ese es el dilema de casi el 60% de la fuerza laboral.

Para estos pobres no hay seguridad social ni incapacidades médicas ni indemnización por despido. Los informales que se enferman no sólo dejan de ganar el sustento de sus familias, sino que también tienen que pagar cuotas en el Insabi por servicios que antes el Seguro Popular les daba gratis.

Son los pobres los primeros en morirse de covid. Caer en un hospital público es un volado con la muerte. En el IMSS, el 46% no la libra. México acumula más de 120 mil muertos, casi el 10% de los 1.5 millones de casos. Somos el cuarto país con más muertes provocadas por el bicho maldito.

Cuando se es pobre, la salud es un lujo.

El sustento también.

Hay 2.5 millones de pobres que fueron los primeros en quedarse sin empleo por el cierre del millón de pymes quebradas de marzo a la fecha. “Si tienen que quebrar, que quiebren,” dijo el Presidente, y quebraron.

“Primero los pobres” tiene que dejar de ser un eslogan vacío en la campaña del Presidente y su partido por la toma absoluta del poder. México no puede salir adelante mientras cargue con un lastre de la mitad de su gente viviendo al día. Las mieles de la prosperidad deben ser compartidas, repartidas. Tienen que llegar a todos.

Hay que ocuparnos de nuestros pobres desde la sociedad civil y quitarle al Presidente esa bandera. El futuro de nuestro país va de por medio, porque si no nos ocupábamos de los pobres, ellos se ocuparán de nosotros y México va a reventar.

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