Logo de Excélsior                                                        

Lo que está en juego este martes

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Jaime Rivera Velázquez

Este martes 3 de noviembre, los ciudadanos de Estados Unidos elegirán Presidente, Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Es una elección crucial como pocas en la historia para el futuro, no solamente de esa potencia, sino también del mundo.

En su libro Estados Unidos: en la intimidad y a la distancia, Jorge G. Castañeda dedica el capítulo titulado La democracia disfuncional y sus descontentos a las insuficiencias y deficiencias institucionales u operativas del sistema político estadunidense. Ahí describe los arcaísmos del colegio electoral, las medidas de discriminación y exclusión que subsisten para el ejercicio del voto para las minorías, los inconvenientes de una elección presidencial por voto indirecto, el peso desproporcionado de unos estados sobre otros y la enorme complicación de hacer reformas constitucionales correctivas de todo lo anterior.

Lo listado arriba ilustra las tremendas dificultades por las que atraviesa la más antigua de las democracias en el mundo. No obstante, el capítulo inmediatamente posterior del libro de Castañeda se refiere a otra característica distintiva de la democracia liberal norteamericana: su capacidad de enmienda. Este martes 3 de noviembre, entre las muchas cuestiones que se definirán en las urnas, se hallan la imagen y el papel de Estados Unidos frente al mundo.

Decía Octavio Paz que la principal fortaleza de Estados Unidos es que no era sólo un país, sino la encarnación de una idea: el sueño americano, es decir, la movilidad social. Desde el siglo XIX, en la joven república norteamericana ya existía la figura del self-made man, ese individuo que por la fuerza de su trabajo personal se enriquecía y ascendía a los puestos más elevados de la escala social. Eso explica que durante siglos se haya visto un flujo migratorio procedente de decenas de países, inclusive de sus rivales, a la Unión Americana y no a la inversa. No obstante, en las últimas décadas la movilidad social en Estados Unidos se ha estancado.

Se dice una y otra vez que Estados Unidos es un país racista, y lo es; pero es el único entre las potencias occidentales cuyo gobierno ha sido encabezado por un integrante de una minoría étnica de color distinto al mayoritario (Barack Obama). Hay prácticas discriminatorias contra los migrantes, pero las leyes de obtención de nacionalidad son más flexibles e incluyentes en Estados Unidos que en cualquiera de los países europeos.

Se dice que Estados Unidos ha renunciado a los valores de la Ilustración, pero, históricamente ha proporcionado asilo y refugio a las grandes mentes de la humanidad frente a las persecuciones en sus países de origen. La inmigración de miles de científicos e intelectuales y el ingreso de muchos más estudiantes extranjeros a sus universidades han enriquecido la escena cultural y universitaria estadounidense hasta convertirla en la de mayor vitalidad del planeta. Son estadunidenses la mayoría de las mejores universidades del mundo, cuentan con la mayor cantidad de patentes científicas y de Premios Nobel. En buena medida, la grandeza de Estados Unidos se debe a que la nación se construyó con un flujo constante de inmigrantes.

En el siglo XX, Estados Unidos se convirtió en lo que se llamó “el líder del mundo libre”, aunque no pocas veces abusó de ese papel. Intervino decisivamente y rescató a los aliados en dos guerras mundiales; posteriormente, aportó el dinero mediante el Plan Marshall para la reconstrucción económica e instauración de la democracia entre sus otrora enemigos, Alemania y Japón. Durante las décadas de la Guerra Fría, encabezó los esfuerzos occidentales de contención de las dictaduras comunistas. Presionó a las potencias europeas para renunciar a sus posesiones ultramarinas y facilitar la descolonización. Durante medio siglo, Estados Unidos fue el principal impulsor del multilateralismo y la cooperación internacional.

Todo el prestigio y confiabilidad estadunidense arriba descritos han disminuido drásticamente en los últimos años, especialmente con la elección de Donald Trump como presidente. En muchos sentidos, Trump es la antítesis de los principios fundadores y las mejores prácticas de los Estados Unidos. Su talante autoritario, su patanería, su desprecio por la ciencia, por la División de Poderes y por la cooperación internacional han socavado como nunca el prestigio norteamericano.

Dice Milan Kundera que los imperios se colapsan cuando se derrumba la idea principal que los sostiene. Lo que está en juego en esta elección presidencial es reparar y ampliar el modelo democrático estadunidense y un sistema internacional liberal para el siglo XXI, o continuar con su degradación.

Comparte en Redes Sociales