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Elba Esther Gordillo: libertad incondicional

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Carlos Ornelas*

El poder es una droga más fuerte que la adrenalina y causa adicción incurable. Un tribunal declaró a Elba Esther Gordillo libre de todo delito. Ya está en casa y lista para regresar por sus fueros. Su liberación, dictada a últimas horas del 7 de agosto, coincidió con la entrega del diploma al futuro Presidente de México. La concurrencia de los dos sucesos levantó especulaciones y puso —de nuevo— a la señora Gordillo en las primeras planas.

Mis colegas en la prensa y la academia expresaron puntos de vista valiosos tratando de entender lo que pasó. Saber por qué resulta libre de culpa una mujer que a todas luces se enriqueció con el dinero de los afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Se trata de mil 978 millones de pesos, que gastó en lujos, casas, placer y regalos para amigos, políticos y periodistas; más obsequios para su familia y vicarios cercanos. Sin pagar impuestos, además.

El peine apareció y sucede que ni la Procuraduría General de la República ni el Servicio de Administración Tributaria hicieron su trabajo con pulcritud.

La señora Gordillo es una maestra en el arte del artificio. No creo en la teoría de la conspiración, pero la convergencia de fechas de su exoneración le restó a la ceremonia de la entrega de constancia de presidente electo a Andrés Manuel López Obrador; y en política las coincidencias cuentan. Asimismo, advirtió que el 20 de agosto ofrecerá una conferencia de prensa. Los titulares de periódicos y medios —no se diga del meneo en las redes sociales— opacarán el discurso del presidente Peña Nieto, si es que él inaugura el inicio de clases del nuevo año lectivo.

Hay actos y declaraciones que siembran reparos y especulaciones alrededor del hecho y del futuro inmediato.

Sindicato y dinero. Los colegas se preguntan por qué el SNTE nunca acusó a la señora Gordillo de fraude —o robo o lo que fuera— de las arcas sindicales. La explicación me parece sencilla si es que es cierto que el entonces secretario general ejecutivo del sindicato, Juan Díaz de la Torre, firmaba junto con el comisionado de finanzas (un exmarido de la señora Gordillo) las transferencias que iban a una cuenta de ella y para pagar sus tarjetas de crédito. Acusarla era inculparse. No le convenía, al gobierno tampoco.

Duda razonable. La exministra de la Suprema Corte de Justicia, Olga Sánchez Cordero, futura secretaria de Gobernación, también exoneró (en términos políticos, no legales) a la señora Gordillo. “Merecía la libertad”, expresó. El registro de Milenio (08/08/2018): “Señaló que cuando estaba en la Suprema Corte y la defensa de la maestra quiso que atrajeran el caso, revisó el expediente… El fraude fiscal se da cuando te hacen la visita domiciliaria y te hacen una liquidación de los adeudos que tienes para que efectivamente se pueda constituir el fraude… es un requisito... No hubo tal”. Si la señora Cordero era ministra de la Corte y supo de las deficiencias de forma y que EEG no merecía la cárcel, ¿por qué no gestionó su libertad desde entonces?, ¿por qué esperó hasta que fuera un hecho juzgado?

Especulación sin fundamento. La señora Gordillo es adicta al poder y al lujo. Imagino que el 20 de agosto se presentará ante prensa y medios vestida de blanco —imagen de pureza e inocencia—, expresará que perdona al presidente Peña Nieto, pero que no olvidará sus agravios. También dirá que quiere recuperar el mando del SNTE.

RETAZOS

Sospecho que el futuro presidente López Obrador no le permitirá retomar sus fueros; quiere que su secretario de Educación Pública gobierne en ese territorio; ella sería un obstáculo.

La Secretaría de Hacienda le regresará las cuentas que le embargó, con todo e intereses. Seguirá disfrutando del dinero de los maestros que escabulló del SNTE.

           *Académico de la Universidad

                Autónoma Metropolitana.

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