Logo de Excélsior                                                        

El final feliz de Trump

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Fernando Aguirre
Analista
feraguirremz@gmail.com

 

Las palabras de un presidente importan, por bueno o malo que sea ese presidente. En el mejor caso, las palabras de un Presidente pueden inspirar; en el peor pueden incitar: Joe Biden.

Creíamos haberlo visto todo con las ocurrencias de Donald Trump, pero no. Su lado impredecible y ambicioso, una vez más, mostró al mundo que es capaz de poner de cabeza a los Estados Unidos con tal de retener el poder que, según él, le será arrebatado en próximos días por un “gran” fraude electoral.

Por supuesto, difícil de creer en un país que no se caracteriza por padecer supuestos complots, fraudes, rebatingas y toda clase de artimañas electorales que padecemos en los países latinoamericanos. Además de que siendo el presidente en turno del país más poderoso, el hecho de que, un fraude le haya pasado por las narices sin darse cuenta es un chiste que se cuenta solo.

Para fortuna de los estadunidenses, su intento de persuadir al secretario de Estado de Georgia para “encontrar” 11,780 votos suficientes para anular el resultado de la elección en ese estado, así como hacer un llamado a la insurrección a través de incitar a sus seguidores a tomar el Capitolio —máxima tribuna democrática de ese país— cuando un Mike Pence, que no se dejaba intimidar, ratificaba la victoria de Joe Biden, quedó en un intento maltrecho de estar dispuesto a todo por el poder, y que, en lugar de apuntalarlo le generó consecuencias desastrosas en su popularidad y su carrera política.

Tan sólo a una semana de lo acontecido, de acuerdo con la firma Morning Consult, la popularidad de Trump se desplomó un 12% entre los votantes republicanos, quienes todavía en noviembre, después de las elecciones, 54% de ellos lo veía con buenos ojos para las primarias de 2024 y al día de hoy 42% lo aprueba. Sigue siendo un porcentaje alto, pero una probable disminución de la influencia en el Partido Republicano probablemente terminará por desinflarlo.

La condena y aislamiento no se hizo esperar por buena parte de sus conciudadanos, correligionarios y políticos republicanos. El deslinde y boicot hacia todo lo que tuviera una relación con Trump no se hizo esperar, por ejemplo, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio confirmó la cancelación de los contratos turísticos entre la ciudad y Trump, porque es preferible perder alrededor de 17 millones de dólares y “no hacer negocios con insurrectos”, afirmó De Blasio. Y ni hablar en el ámbito internacional, diversos líderes y organizaciones se manifestaron preocupados y en favor de una transición política que respete la voluntad popular. En pocas palabras, nadie con Trump.

Pero, además, sus mejores armas se le voltearon. Las “benditas” redes sociales le dieron la espalda y su favorita Twitter, después de casi 60 mil mensajes y cerca de 89 millones de seguidores, lo bloqueó definitivamente; mientras que Facebook e Instagram, sólo hasta el 20 de enero; otras como Twitch y Snapchat le desactivaron su perfil de forma indefinida. Sin duda, esto marca un parteaguas, porque si pudieron hacerlo con el presidente de la nación más importante seguramente no será el único, de ahí la polémica mundial en recientes días.

Con un juicio político en puerta, por segunda vez, Trump tiene el difícil reto de salir bien librado. Una destitución será prácticamente imposible por los tiempos, pero quitarle sus derechos políticos lo elimina en automático de la carrera presidencial para el 2024, la cual sigue siendo su objetivo y tiene con qué hacerle frente, porque más de 70 millones de votantes, aunque racista, xenófobo y supremacista, vieron en él a un líder, y eso no es menor.

Donald Trump anunció que no estará en la inauguración presidencial de Joe Biden este 20 de enero, “Ésta es una de las pocas cosas en las que hemos estado de acuerdo. Es algo bueno que no se presente”, reiteró el próximo presidente. Así lo creo, no hace falta verle porque no merece siquiera una salida digna, se va por la puerta de atrás. El final feliz de Trump no pudo ser y la historia le recordará a él y sus adeptos lo que representó su gobierno.

*

ANECDOTARIUM

Hace 4 años, después de la acalorada retórica en campaña, triunfo y ascenso al poder de Trump, se tenían dudas de lo que vendría en la relación México-Estados Unidos. No se construyó del todo un “gran y hermoso” muro, y del T-MEC salimos aparentemente bien librados. Cuatro años después, aquí vamos de nuevo, con un nuevo inquilino.

Comparte en Redes Sociales