2018: campañas en monólogo

Por Jaina Pereyra
 

Las campañas transcurren sin nota. Nuestros (pre) candidatos bailan coreografías improvisadas que (sigo sin explicarme cómo) sus equipos les dicen que van a funcionar. Iniciativas hechas al aventón. Hechas “por cumplir”. Sin, narrativa, sin estrategia de medios. Sin nada. Jingles. Videitos insustanciales. Infografías…

Nuestros aspirantes a la Presidencia caminan en línea recta. Prefieren pasar desapercibidos que arriesgar una equivocación. Me los imagino conteniendo hasta el aire, queriendo llegar a la meta. Nadie voltea a ver a sus adversarios. Dejaron hace tiempo de confiar en su instinto. No parecen políticos que se juegan todo por ser Presidente. Parece que quieren llegar nadando de muertito, haciendo bucitos, de milagro, por equivocaciones del otro más que por logros propios.

Los días pasan y siguen con la misma estrategia (es un decir). Cómo estará la cosa que esta semana, el Secretario de Turismo fue, por una horas, el protagonista de la campaña. Declaró que cuando menos en las zonas turísticas, deberíamos legalizar el uso, producción y distribución de la mariguana. Les da pase para gol: al gobierno y a los precandidatos. Cuida las formas, constriñe su propuesta a turismo, pero deja el tema en la mesa.

Meade lo deja pasar. Dice que necesitamos consistencia en las políticas públicas; que la estrategia no puede ser regional, ni por países. ¿Alguien le enseña el mapa de estados con mariguana legal en Estados Unidos? ¿Por favor? Celebra que tengamos un debate, dice. Pero como en su campaña van sacando mensajes como se les van ocurriendo, parece que todavía no saben cuál va a ser su postura en ese debate. ¿Seguridad? No, luego hablamos de eso. Otro día.

Ricardo Anaya, por su parte, está distraído presumiéndonos sus habilidades lingüísticas y musicales. El candidato más joven, el que se alió con el PRD, el que podría decir: “va, me gusta. Hablemos de legalización” dice que no, que eso no va a resolver la violencia y que lo que necesitamos es un debate. Tal vez se refiere a un debate como el que ya hemos tenido miles de veces en este país, específicamente el de 2016 en que Roberto Gil, senador de su bancada (porque ya era Presidente Nacional) presentó una iniciativa que sus correligionarios finalmente no apoyaron. O tal vez al (pre) candidato se le olvidaron los numerosos foros a los que convocó la Presidencia de la República con motivo de la discusión de la mariguana medicinal. Tal vez lo que pasa es que el joven Anaya no tiene tan buena memoria, o no tiene buenos reflejos. La deja pasar.

Andrés Manuel sigue siendo Andrés Manuel. Él habla de precios de garantía y sustitución de importaciones como si viviéramos hace más de cincuenta años. Sigue viviendo en la isla que es su campaña, en donde sólo puede hablar solo porque la experiencia le dice que hablar con otros hace que se enoje y el que se enoja, pierde.

Todos parecen caballos con anteojeras. Nadie quiere salir de su zona de confort. Es 2018 y seguimos teniéndole miedo a la marihuana. Van 100 mil muertos y seguimos hablando de lo malísimo que es fumar mariguana. El Presidente ya no puede ir a Tamaulipas porque ni él puede vivir seguro y lo que necesitamos es más debate. Nadie se atreve a apoyar la legalización o a proponer una alternativa. Nadie quiere entrarle a temas escabrosos. Mejor cantemos. Mejor saquémonos selfies. Hablemos de armonía en las campañas.

Al día siguiente de que el secretario De la Madrid nos tiene que aclarar que es su opinión personal (vaya, alguien con una opinión personal por fin), Meade propone convertirnos en una “potencia sustentable”. Un tema que me imagino que no es prioridad ni para la vaquita marina. La revolucionaria propuesta inicia planteando: “evitar el desperdicio de alimentos y agua para abatir la carencia alimentaria del país”. Claro, porque la carencia alimentaria de este país viene del desperdicio en los refrigeradores. Ándele pues. Sigamos con estas campañas sin riesgo y en monólogo.

                   *Especialista en discurso político. Directora de Discurseros SC.