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Marcha de la Lealtad. Por el honor de México

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Jorge Nuño Jiménez*

 

El Castillo de Chapultepec ha sido testigo mudo de muchos acontecimientos de nuestra historia nacional. Ayer por la mañana se realizó una ceremonia solemne para conmemorar el CIV aniversario de la Marcha de la Lealtad, con la presencia del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, acompañado de su gabinete legal, invitados especiales y un contingente nutrido de cadetes del Heroico Colegio Militar, la Heroica Escuela Naval y el Colegio del Aire, para refrendar, como cada año, las convicciones de lealtad y compromiso de las Fuerzas Armadas con la nación ante cualquier eventualidad.

El orador único fue el secretario de la Defensa Nacional, Gral. Salvador Cienfuegos Zepeda, acompañado por miembros del Alto Mando. Habló como siempre, como un soldado de la nación, fuerte, claro y de frente, con voz segura y potente, refrendando los sentimientos que lo guían en la conducción de las Fuerzas Armadas ante la situación actual, subrayando que el valor supremo es y seguirá siendo la lealtad a la Constitución, a los mexicanos, a las instituciones nacionales y a su Comandante Supremo, el Presidente de la República.

Hacía mucho tiempo que no se escuchaba un discurso con esta altura de miras, el cual no contiene ninguna retórica, y estamos convencidos que con las Fuerzas Armadas mexicanas, son la garantía y México se siente salvaguardado del Bravo al Suchiate, son el más sólido soporte ante escenarios complejos.  Se afirmó que la lealtad de las Fuerzas Armadas auténticas y permanentes es, sin contradicciones ni engaños, sin mentiras, aseverando que siempre es al servicio de los mexicanos y de sus instituciones.

El acto fue realmente emotivo, cuando se escucharon los honores a nuestros símbolos patrios y todos los presentes cantaban el Himno Nacional Mexicano, con una profunda emoción, y además en recuerdo de los cadetes de ese heroico plantel, el himno del Heroico Colegio Militar.

El secretario de la Defensa hizo un llamado a todos los mexicanos valientes a comportarse con honor, patriotismo y espíritu de cuerpo, afirmando que éste es el momento de cerrar filas en torno al Presidente de la República, respondiendo al llamado que hiciera el Ejecutivo federal el pasado 30 de enero, señalando  que la unidad nacional debe ser la piedra angular de nuestra estrategia y acciones hacia dentro del país y hacia el exterior, valores que los soldados de tierra, mar y aire reiteran ante su Comandante Supremo que, por mandato constitucional, corresponde obedecerlo y cumplir con su deber.

Se recordó en el evento la Marcha de la Lealtad, episodio ocurrido aquel 9 de febrero de 1913, cuando alumnos del Colegio Militar acompañaron sin titubeos al Presidente de la República, Don Francisco I. Madero, encabezando una columna de honor con rumbo al Palacio Nacional, que como es bien sabido en los anales de la historia, un grupo de infidentes habían encabezado un cuartelazo o golpe de Estado, que comenzó la madrugada de ese día, iniciándose con esto la llamada “Decena Trágica”.

Aquella mañana ,el presidente Madero sale a caballo repentinamente de su residencia en el Castillo de Chapultepec y, sin dudar, se dirige al Colegio Militar, el cual en ese tiempo se ubicaba en el mismo recinto. Los alumnos, encabezados por el Tte. Coronel Víctor Hernández, preparan a un contingente de alumnos a escoltar al Presidente en uniforme de gala. El Presidente arenga a los jóvenes cadetes la situación que acontecía en la capital. Con emoción y orgullo, los alumnos se alistan para combatir, portando sus armas con cartuchos de guerra. Se calcula aproximadamente 350 alumnos de edades que oscilaban entre 16 y 30 años.

En seguida desfilaron por el Paseo de la Reforma, en dos hileras por cada lado, hasta continuar por la avenida Juárez y llegar al edificio Guardiola, donde se inician algunos tiroteos desde el edificio, del hoy Banco de México, sin lograr ninguna baja. El general García Peña aconseja al Presidente resguardarse en el edificio de la fotografía Daguerre, situado en la misma avenida. La ciudadela ya había caído bajo el poder de los sublevados. En Palacio Nacional, el general Villar informa al presidente Madero la situación y, al ver que se encontraba herido del hombro, el Presidente ordena sea relevado por el Gral. Victoriano Huerta, pese a que se sabía que no había una buena relación con él.

Después de diez días de continuos enfrentamientos y combates callejeros, el 18 de febrero, en medio de fuego nutrido contra Palacio Nacional, el chacal Victoriano Huerta apresa a Madero y al vicepresidente, José María Pino Suárez, obligándolos a presentar su renuncia a los cargos que ostentaban. Lo anterior, era la coartada para el plan que ya tenía organizado de legalizar el golpe de Estado y asumir el cargo de Presidente de la República, provisionalmente, el licenciado Pedro Lascuraín, quien encabezó el periodo presidencial más breve que ha tenido el país, 45 minutos.

Posteriormente, renuncia y asume un verdadero criminal la Presidencia de la República, Victoriano Huerta.

El México de hoy no olvida la conducta en momentos de peligro de los jóvenes del Colegio Militar y los hijos del mismo se sienten muy orgullosos de este legado histórico que marca para siempre el valor supremo de los egresados de este plantel; lealtad y patriotismo, lo que constituye un verdadero ejemplo para la juventud actual que busca inspirarse en verdaderos valores nacionales, muchas veces confundidos con figuras extranjeras y héroes prestados, que no los necesitamos, porque tenemos muchos ejemplos de heroísmo ante la traición, los apátridas, caballos de Troya o quinta columnistas.

Es inolvidable la huella indeleble de la cual se nutre hoy el Estado Mayor Presidencial, me refiero a la conducta de dos oficiales en aquellos momentos de peligro y confusión, los capitanes Gustavo Garmendia y Federico Montes, en un acto verdaderamente patriótico, escribieron un ejemplo digno de ser admirado por la posteridad, cuando se interponen ante el teniente Coronel Izquierdo y al mayor Riverol, que fueron muertos en el acto, por la intentona y supuesta aprehensión del presidente Madero, exclamando valerosamente:

¡Al Presidente no se le toca!

El epílogo de esta triste historia es la ejecución fraguada y consumada, el 22 de febrero de 1913, que constituye una verdadera vergüenza nacional, al ejecutar al apóstol de la democracia, Francisco I. Madero.

Ésta es la historia que no debemos olvidar en momentos de acechanzas, amenazas y peligros; debe servirnos de faro de luz que ilumina sentimientos de honor, lealtad y patriotismo.

*Director general del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo A.C.

Miembro de la Academia Nacional de Historia y Geografía A.C.

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