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Tres semanas cruciales para Estados Unidos

Opinión del experto Global

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Por Ricardo Ortiz Esquivel* 

Twitter: @richgdlmx

 

La democracia estadunidense estará viviendo tres semanas cruciales que no sólo representan el futuro político interno y externo de su país, sino también el futuro de millones de personas dentro y fuera de los Estados Unidos.

Donald Trump y Joe Biden contienden en una elección presidencial que puede cambiar por completo el curso de la historia de esa nación para bien o para mal, y ésta se definirá ya sea el mismo 3 de noviembre o, como muchos predicen, podrían tomar días o semanas para saber quién es el presidente cuadragésimo sexto de Estados Unidos, debido al retraso con que se está llevando a cabo el voto por correo.

Van más de 50 años que no se rebasa 60 por ciento de participación electoral en una elección presidencial, pero en esta contienda se ha estado viviendo un fervor distinto al que pudimos sentir en 2016, principalmente por los comerciales con propaganda política, el furor de los debates presidenciales o vicepresidenciales; también que diversas asociaciones públicas incentivan la participación del sufragio mediante spots con figuras públicas deportivas, políticas o de carácter artístico. Un claro ejemplo y que me llamó la atención es el de Cindy, la esposa del fallecido senador republicano, John McCain, y cómo ella apoya a Biden, y no a Trump.

Según datos del U.S Elections Project, ya van más de 16 millones de votantes que han emitido su sufragio adelantado (absentee vote) o también por correo, lo cual sobrepasa a los sufragios emitidos de la misma manera en 2016 por estas mismas fechas: 1.4 millones. Al igual, estados como Wisconsin, Minnesota, Virginia, Vermont, Kentucky o Pennsylvania ya excedieron en 20% los votos adelantados de 2016.

La mayoría esos sufragios le dan la preferencia al candidato Joe Biden; sin embargo, se sabe que los seguidores de Trump estarían dando su voto presencial el día 3 de noviembre.

La pandemia del covid-19 será un factor determinante, no sólo por las cifras de votos adelantados, sino también por el hecho de que muchos votantes pueden tomar en cuenta el manejo de la administración trumpista con la pandemia o el proyecto del señor Biden. El coronavirus y los Colegios Electorales serán determinantes en esta elección. Qué ironía, ¿no?

Las largas filas para votar adelantadamente se han dejado ver en Texas, Georgia, Pennsylvania, Florida, etcétera. Se sabe de personas que han esperado hasta 11 horas para emitir su sufragio. Por otra parte, mientras más se acerque el día de la elección, más veremos a un Donald Trump que no parece tanto un candidato presidencial, sino un hombre aferrado al poder cuya tiranía lo hace ver como un dictador, y no como un presidente que representa a la nación que se rige por contar con la Constitución federal más antigua en vigor actualmente en el mundo. Pareciera que, aunque ha jurado ante la Constitución, sólo la utiliza a modo y a conveniencia, dependiendo de la situación. Trump pareciera que sigue el ejemplo de los gobernantes autoritarios y utiliza el poder del Estado contra sus opositores políticos. Pero aun con las mentiras diarias, su populismo y el divisionismo que ha aumentado entre los estadunidenses, es un hombre que cuenta con apoyo suficiente para hacer que la elección se defina de manera histórica.

Aunque las mayoría de las encuestas nacionales nos digan que Biden le lleva 10 puntos a Trump, o que Biden tiene preferencia en 10 de 11 estados indecisos (swing states), no hay que dar por derrotado a un hombre que utilizará el poder del Estado y su nula clase política para sacarle el mayor cúmulo de votos a Joe Biden: publicar los correos de Clinton, demeritar la administración de Obama y Biden, hablar de la vacuna contra el covid que todavía no existe y mentir al decir que él es “inmune” al virus; como también en todo momento hablar sobre las maravillas de su administración o que EU se volverá un país socialista si gana Biden. Los ejemplos son vastos para decir que Trump se ha vuelto un jefe de Estado autoritario y que desde Nixon no se veían esos arranques de venganza o desenfreno contras los opositores políticos. La campaña presidencial del republicano hace que se disminuya la credibilidad de su gobierno y se hace parece a los países que utilizan prácticas antidemocráticas para tener al poder amarrado.

La escena de Trump en el balcón de la Casa Blanca después de llegar de Walter Reed nos hace apreciar una imagen no de un presidente democrático, sino de un caudillo o un hombre que se siente el rey del mundo. Por más mítines políticos que intente realizar después de “salir negativo” por coronavirus y con más de 216 mil defunciones por covid, yo dudo que pueda ganar puntos en las encuestas. La desesperación de Donnie lo hace hundirse con más fuerza ante un Joe Biden que ganará votos sólo por el hecho de quitar al que “ya cansó en la Casa Blanca”.

Barack Obama estará dándole un empujón a Biden, para afianzar el apoyo y proyecto demócrata.

El pueblo estadunidense de cualquier manera sufrirá gane quien gane el próximo 3 de noviembre. Los grupos supremacistas blancos y los grupos radicales antirracismo representan un problema de seguridad nacional (el fallido secuestro de la gobernadora de Michigan, los tiroteos, los saqueos y los disturbios).

Todo está listo para que la conservadora Amy Coney Barret llegue a la Suprema Corte y sea un soporte, junto con otros dos ministros afines a Trump. Con la votación republicana, Barret pasaría a ser una nueva ministra junto con otros ocho ministros del mayor tribunal del país. ¿Todo antes de la elección presidencial? ¡Qué raro movimiento!

Son cruciales las próximas tres semanas para un país que políticamente está devastado.

 

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