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Las bondades del biometano

Opinión del experto Global

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Por: Cuauhtémoc Ochoa Fernández
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En muchas ciudades de este país vemos que los residuos sólidos urbanos se siguen depositando en barrancas, terrenos baldíos y todo tipo de cuerpos de aguas. En el mejor de los casos, la disposición se hace en rellenos sanitarios, algunos bien hechos y otros confeccionados y construidos a medias.

 

El que las autoridades sigan ocupando un tiradero a cielo abierto o un relleno sanitario se fundamenta principalmente en la arcaica creencia de que los residuos son un estorbo para las comunidades y ciudades, por lo que hay que deshacerse inmediatamente de ellos y al menor costo posible, aunque esto implique únicamente trasladar el impacto socioambiental hacia otro sitio.

Los residuos no son un lastre, sino materiales extremadamente valiosos. La clave está en cómo los tratamos para obtener el mayor beneficio de ellos. El caso de los residuos orgánicos es un ejemplo claro de esto.

Mal dispuestos, los orgánicos generan malos olores, contribuyen a la propagación de plagas, pueden producir explosiones y contaminan las aguas superficiales y subterráneas; bien tratados, en cambio, son una fuente inagotable de composta y, sobre todo, de combustible alterno.

La descomposición organizada de la materia orgánica produce el llamado biogás, que está compuesto en su mayoría por un 60% de metano y otras sustancias, como bióxido de carbono, ácido sulfhídrico, vapor de agua y otras.

Cuando este biogás lo sometemos a un proceso conocido como purificación o enriquecimiento, logramos que su concentración de metano se incremente a niveles superiores al 85%, permitiendo así igualar la composición del gas natural de origen fósil y no renovable.

El biometano es, por tanto, un biogás mejorado mediante un tratamiento que le confiere mayor confiablidad y pureza, en términos de su contenido de metano, por lo que puede ser inyectado en las instalaciones tradicionales de gas natural.

Por provenir de la biomasa, el biometano es un gas renovable que aporta energía térmica y puede usarse en industrias, hogares y comercios.

El biometano contribuye también a reducir los efectos del cambio climático, porque evita que el metano se libere directamente a la atmósfera en los tiraderos a cielo abierto y en los rellenos sanitarios que no queman el biogás. El biometano puede transportarse y almacenarse fácilmente, lo que le permite aprovechar la infraestructura existente dedicada al gas natural convencional.

El biometano otorga flexibilidad, porque puede ser empleado para generar electricidad, alimentar sistemas de calefacción de alta eficiencia o mover vehículos. Es decir, ofrece beneficios en materia eléctrica, térmica y transportista. Además, disminuye la dependencia energética, porque puede producirse local y regionalmente.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales estima la generación nacional anual de residuos sólidos urbanos en 120 mil 128 toneladas diarias. Suponiendo que la fracción orgánica fuera un 50% de este total, se tendría un potencial de generación anual de 1,345 millones de metros cúbicos de biometano, equivalente al consumo doméstico de gas de la Ciudad de México durante un año y medio.

Si a esta cifra le agregamos los residuos agrícolas, forestales y pecuarios, el potencial de generación es obviamente mayor.

En Europa, actualmente hay 18 países que producen biometano. La Asociación Europea de Biogás (EBA) y la asociación Infraestructura de Gas Europa (GIE) publicaron recientemente la segunda edición del Mapa europeo del biometano. La información allí mostrada presenta que las plantas de biometano en Europa se han incrementado un 51% en 2 años, al pasar de 483 en 2018 a 729 en 2020.

Según la Asociación Europea de Biogás (EBA), en 2019 se produjeron en Europa 26 teravatios-hora de energía a partir del biometano. Con los residuos sólidos urbanos de todo México se podrían producir anualmente 14 teravatios-hora de biometano, es decir el 54% de la actual producción europea.

 

Europa tiene previsto producir 370 teravatios-hora de biometano para 2030 y alrededor de 1,020 teravatios-hora para 2050. Acá en México no llevamos nada. Ya es necesario que la Federación, los estados y los municipios dejen de pensar en rellenos sanitarios y se enfoquen en impulsar la producción de este gas renovable. Es hora de darse cuenta de que los residuos malolientes que todo mundo desecha son paradójicamente los más preciados y versátiles.

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