La amenaza de un conflicto coreano aumenta y Estados Unidos tiene pocas cartas que jugar

PorJeffrey Lewis* El esfuerzo estadunidense de 30 años para obligar a Corea del Norte a renunciar a sus capacidades en materia de mi­siles balísticos y armas nucleares se ha basado en ofrecer a Pionyang una opción sencilla: una relación con Estados Unidos o las ...

Por Jeffrey Lewis*

El esfuerzo estadunidense de 30 años para obligar a Corea del Norte a renunciar a sus capacidades en materia de mi­siles balísticos y armas nucleares se ha basado en ofrecer a Pionyang una opción sencilla: una relación con Estados Unidos o las armas y el aislamiento.

El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, ya decidió. En septiembre, su gobierno aprobó una ley que declara al país un Estado de armas nucleares. Kim dijo que esa designa­ción era “irreversible” y descartó más conversaciones sobre desnuclearización. Corea del Norte ha disparado una dece­na de misiles balísticos en los últimos dos meses, presume de su capacidad para desplegar armas nucleares tácticas en el campo de batalla y se espera que realice otra prueba nuclear, la séptima, muy pronto.

Es hora de que Estados Unidos enfrente la realidad. Los esfuerzos para alentar a Kim a abandonar sus armas no sólo han fracasado, sino que, además, el mandatario ha dejado muy claro que las usará para proteger a su país.

Washington necesita contemplar lo impensable: aceptar que Corea del Norte es un Estado nuclear.

Irónicamente, puede que sea la mejor manera de reducir la amenaza creciente y continua de un conflicto involun­tario en la península coreana, al eliminar un importante obstáculo que impide que Corea del Norte y Estados Unidos se reúnan para resolver sus diferencias.

El mes pasado, Corea del Norte prometió que cualquier intento de derrocar a su líder provocaría un contraataque nuclear. Pero para que eso funcione, habría que conceder a otras figuras de su régimen la autoridad para lanzar un con­traataque nuclear en su ausencia. Esto es muy preocupante. Más personas con esa autoridad significa más posibilidades de un error de cálculo mortal. A esto hay que añadir el hecho de que las acciones de Corea del Norte han provocado llamados para que Corea del Sur, que ca­rece de armas nucleares, las ad­quiera, y para que Japón aumente su gasto militar y desarrolle una mayor capacidad de ataque.

EU tiene aún menos opciones que antes debido a los cambios en el panorama geopolítico ge­neral. La guerra de Ucrania ha provocado una profunda ruptura entre EU y Rusia y, en menor medida, el aliado de Rusia, China. Las tres grandes potencias fueron actores cruciales en las negociaciones multilaterales anteriores para desarmar a Corea del Norte. Pero ahora es menos probable que Rusia y China estén a favor de que EU ejerza presión sobre Corea del Norte.

El intento del expresidente Donald Trump de usar la di­plomacia con Kim naufragó. Según el ministro de Relacio­nes Exteriores de Corea del Norte, Ri Yong-ho, Kim pidió que se eliminaran algunas sanciones a cambio de firmar el acuerdo para desmantelar la instalación nuclear más im­portante del país. Pero la respuesta para Kim fue que eso no pasaría si no aceptaba un desarme total. Las negociaciones colapsaron en 2019.

Existe un precedente de que EU puede solucionar la situación. Israel, India y Pakistán tienen armas nucleares, pero Washington decidió vivir con ello mientras no las blandieran.

Kim quiere las armas nucleares como protección, pero es lo suficientemente inteligente como para saber que tam­bién lo convierten en un objetivo. Estaba dispuesto a dialo­gar con Trump y podría estar dispuesto a hacer lo mismo con el presidente Joe Biden.

Hacerse de la vista gorda ante la entrada de Corea del Norte en el club nuclear será una molestia, pero, en esencia, ya lo estamos haciendo: los funcionarios estadunidenses no hacen más que hablar de que el programa nuclear de Kim es inaceptable, mientras él construye una bomba tras otra. Es hora de cortar por lo sano, afrontar la realidad y tomar medidas para reducir el riesgo de guerra en la península coreana.

* Experto en la no proliferación nuclear del Instituto Middlebury de Estudios Internacionales de Monterey.

Temas: