Estados Unidos: Back to the Future?

El nuevo gobierno busca un regreso a la normalidad, sin embargo, es la que puso a Trump en el poder.

Por Jessica De Alba Ulloa

Investigadora de la Facultad de Estudios Globales 

de la Universidad Anáhuac México

Las elecciones en Estados Unidos fueron muy interesantes. Vieron un esfuerzo del presidente Donald Trump y de su campaña para demostrar fraude en algunos estados de la Unión. Ninguna impugnación prosperó. El pasado 14 de diciembre, los electores confirmaron a Joe Biden como presidente electo con 306 votos del Colegio Electoral, contra 232 del presidente Trump.

Aun con la victoria de Biden, los márgenes en los estados donde se impugnó la elección muestran lo cerrado de los resultados: Arizona, 0.3%; Georgia, 0.2%; Michigan y Nevada, con más distancia, 2.8% y 2.4%, respectivamente; Wisconsin, 0.7% y Pensilvania, 1.2 por ciento. En votos populares obtuvo 52% del total. Cerca de la mitad de los ciudadanos no votó por él. Si en realidad quiere gobernar para todos, tomar en cuenta a esa mitad que está de acuerdo con las políticas de Trump será indispensable, pero poco probable.

Lo primero que podemos esperar del nuevo gobierno es que eche para atrás muchas de las políticas de Trump, principalmente en materia migratoria. Para México significa que haya propuestas para regularizar la situación de los jóvenes acogidos al programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) y la suspensión del programa Quédate en México que permite a extranjeros que buscan asilo esperar la resolución de su trámite en México.

También podemos esperar un fuerte aumento en el flujo migratorio desde Centroamérica. ¿Seguirá la Guardia Nacional conteniendo migrantes? En otros temas, la relación seguirá por los cauces institucionales normales. Para quienes esperan un idilio, hay que recordarles que los intereses de EU sobre México seguirán siendo la seguridad y la migración, aunque sin la retórica de Trump, así como el comercio.

En este último, la postura será más enérgica, por lo que toca a los estándares laborales, medioambientales y la poca certidumbre en las inversiones, lo que pondrá en aprietos a la administración de López Obrador. Quienes tienen la esperanza de que Biden se interese por los derechos humanos y la democracia en México, probablemente se vean desilusionados.

Para el resto del mundo, el mismo Jake Sullivan, propuesto asesor de seguridad nacional de Biden, ha dicho que hay cambios significativos que no se tratan sólo de Trump, sino de corrientes subyacentes del sistema internacional: 1) el cambio en la distribución del poder, sobre todo con el ascenso de China (ojalá Biden no regrese a la política de démosle-todo-a-Xi de Obama); 2) la creciente relevancia de los actores no estatales, desde el sector privado (que favoreció al demócrata suprimiendo la libertad de expresión de los conservadores) hasta redes transnacionales como el terrorismo; y 3) una crisis de gobernanza que muestra estados occidentales frágiles.

Por cierto, que Sullivan desempeñó un papel clave en la negociación del pésimo acuerdo nuclear iraní de 2015 que Trump dejó. Después de cuatro años de mermar con éxito al régimen, sería una pena que la administración Biden regresara a cumplir las exigencias de los extremistas de ese país.

Con todo y la precaución de Sullivan, el nuevo gobierno quiere un regreso a la “normalidad”. Esa “normalidad” es la que puso a Trump en la presidencia. Insistir en su regreso será de nuevo un choque con la mitad de la población que votó en contra de esas políticas. También preocupa que, en aras de velar por la democracia en el mundo, la nueva administración recurra a la imprudencia en el uso del poder militar estadunidense. Seguimos, sin duda, en tiempos interesantes.

Correo: jessica.dealba@anahuac.mx

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