El bolsonarismo no se irá de Brasil
PorAndre Pagliarini* Los resultados de la primera vuelta electoral en Brasil mostraron que Bolsonaro no es ningún accidente de la historia. El rechazo tajante al gobierno reaccionario de Jair Bolsonaro, que predecían las encuestas y deseaban millones de personas, ...
Por Andre Pagliarini*
Los resultados de la primera vuelta electoral en Brasil mostraron que Bolsonaro no es ningún accidente de la historia.
El rechazo tajante al gobierno reaccionario de Jair Bolsonaro, que predecían las encuestas y deseaban millones de personas, no llegó. Brasil está al borde del precipicio.
No todo fue negativo. En las elecciones presidenciales del 2 de octubre, Luiz Inácio Lula da Silva, el antiguo líder sindical de centroizquierda que gobernó con destreza a Brasil de 2003 a 2010, se llevó aproximadamente 48% de los votos. Lo malo es que Bolsonaro superó las predicciones y se llevó 43% de los votos, por lo que es probable que la segunda vuelta del 30 de octubre sea más cerrada de lo que se esperaba. Por si fuera poco, varios aliados y antiguos ministros del gabinete de Bolsonaro por todo el país lograron el mismo éxito en las elecciones locales.
Los resultados mostraron que Bolsonaro no es ningún accidente de la historia. Podría haber sido posible restarle importancia a su sorpresiva victoria hace cuatro años y explicarla como mera suerte. Pero ya no. Detrás de sus vagas referencias a “Dios, patria y familia” hay un respaldo muy firme por todo el país. Independientemente del resultado que obtenga a finales de este mes, los espíritus que alborotó Bolsonaro y la política que cultivó no desaparecerán.
Las primeras incursiones de Bolsonaro en la política estuvieron marcadas por la ignominia. Este capitán retirado del ejército capturó por primera vez la atención nacional a mediados de los años 80, cuando las fuerzas armadas comenzaron una retirada táctica de la vida política tras dos décadas de gobierno militar. Un conocido semanario reveló que Bolsonaro, insatisfecho por el salario tan bajo que recibían los militares, planeó provocar algunas explosiones en un cuartel de Río de Janeiro. Su intención, según le dijo al periodista con una tremenda franqueza, era crear problemas para el nada popular ministro del ejército.
Su pasado militar fue un arma electoral útil. En 1988, después de restaurada la democracia brasileña, decidió arrancar su carrera política, posicionándose como representante de los intereses y perspectivas del militar típico.
Su discurso adquirió un tono más general de derecha y adoptó el tono conservador, si no es que la teología, el cristianismo evangélico.
El 2 de octubre, los candidatos respaldados por Bolsonaro tuvieron los mejores resultados en todo el país y obtuvieron victorias importantes contra candidatos respaldados por Da Silva en São Paulo y Río de Janeiro. De hecho, la primera vuelta de las votaciones parece indicar que el proyecto político que se impuso en 2018 (el bolsonarismo) no sólo sigue vigente, sino que puede crecer. Si pensamos en el desastroso manejo de covid-19 por parte de Bolsonaro, sus constantes amenazas a la democracia brasileña y la serie de escándalos de corrupción en torno a él y su familia, el futuro luce sombrío.
A pesar de que Bolsonaro conservó su abrumadora ventaja en las áreas del oeste y el noroeste del país, el aspecto más sorprendente de las elecciones fue con cuánta claridad mantuvo las líneas establecidas de apoyo regional. En el sureste, un bastión tradicional de política conservadora, Bolsonaro prosperó. En el noreste, refugio del Partido de los Trabajadores, Da Silva sobresalió. El éxito de Bolsonaro ha consistido en mantener y ampliar la base de apoyo conservadora tradicional.
Sin embargo, con todo y esta gran demostración de dominio de Bolsonaro, el resultado más probable todavía es la victoria de Da Silva. Después de todo, el segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones nunca en la historia ha ganado la segunda vuelta.
El problema es que prolongar la campaña también podría ser peligroso. Los partidarios de Bolsonaro ya han estado envueltos en varios actos de violencia en contra de los seguidores de Da Silva. No sería inesperado que el bolsonarismo, movimiento arraigado en una retórica violenta, cobre más vidas antes del 30 de octubre.
*Profesor asistente de Historia en
Hampden-Sydney College, investigador en la
institución independiente Washington Brazil Office
y columnista de The Brazilian Report
