Desde México, un aplauso para Bercow
México debe más que nunca encontrar aliados y espacios comunes.
Inés Carrasco Scherer*
John Bercow, presidente de la Cámara de los Comunes en el Parlamento británico, hizo algo poco común esta semana: dio su opinión. Opinó, que dado que Reino Unido es un país que se opone al sexismo y al racismo, que defiende la equidad ante la ley y la independencia del sistema judicial, la visita del presidente estadunidense Donald Trump, no ameritaría una ida al Parlamento. La visita de Estado es decisión de la primera ministra Theresa May, aseguró, sin embargo, dado que Bercow y el presidente de la Cámara de los Lores deben de conjuntamente invitar al líder extranjero a dirigirse al Parlamento, Bercow reiteró que él no enviaría dicha invitación.
“Que se dirija un líder extranjero a las Casas del Parlamento no es un derecho inherente, es un honor que debe ganarse”, y en efecto, es un honor y debería de protegerse como tal el dirigirse a una de las democracias más antiguas del mundo y uno de los sistemas legislativos de mayor fuerza y mejor establecidos. No es un honor porque Europa continúe siendo el estándar de calidad mundial o por un eurocentrismo halagador: el parlamento británico es uno de los pocos espacios físicos en el mundo en donde por mil años se ha forjado una idea de lo que hoy conocemos como política y gobierno. El parlamento se erigió por primera vez en 1016, fue demolido en 1834 por daños y su reconstrucción culminó en 1870. Excepto por los 36 años de su reconstrucción, el Parlamento británico ha sido un símbolo constante e inagotable de poder político, de imperio y de soberanía no sólo para Gran Bretaña, pero para el mundo.
En 1987, la UNESCO declaró al Palacio de Westminster (como se conoce el complejo de edificios que comprenden al Parlamento y la Abadía) patrimonio de la humanidad por la siguiente consideración, “(los edificios) representan el trayecto de una sociedad feudal a una democracia moderna y muestran la historia enlazada de la Iglesia, la monarquía y el Estado”. Y sí, el espacio es único por el papel que ha jugado en el desarrollo de la sociedad moderna y por el enorme poder que ha emanado de dichos cuartos.
Por ende, es un espacio que incuestionablemente legitima el poder y que más aún, lo normaliza. No dudo que John Bercow haya tenido esta consideración presente cuando decidió romper con protocolos y hablar desde su conciencia. Los mil años de historia del parlamento han evidenciado influyentes cambios en la historia mundial y no está como para recibir a alguien que en pocos minutos lo catapultaría de regreso a 1600.
México debe más que nunca encontrar aliados y espacios comunes, no solamente a nivel federal, sino también a nivel legislativo y al nivel de la sociedad civil. Es importante identificar a todos aquellos que están dispuestos a tratar este momento histórico como lo que en verdad es: un reto directo al avance que hemos logrado y a las ideas de justicia, equidad y dignidad humana. No se trata de buscar quiénes nos defiendan, pero sí de alzar la voz, la unidad hace la fuerza y no necesitamos que el gobierno mexicano nos convoque a hacer lo correcto. Qué bueno que un líder de Reino Unido, que tiene poco qué ganar al denunciar al Presidente, considera su actuar como lógico y evidente: esto no es normal, y no se normalizará el racismo y el sexismo en mi nombre. Continuar siguiendo los protocolos y actuando como si este fuese simplemente otro Presidente republicano es peligroso y absolutamente equívoco.
Bercow se enfrenta hoy a enormes críticas por sus comentarios y han iniciado llamados a su renuncia. Si Bercow, un hombre europeo, caucásico, rico, educado, heterosexual y empoderado puede alzar su voz para defender a los blancos fáciles de Trump, no veo por qué desde México no podría yo abogar a favor de que se le otorgue una medalla del Orden del Imperio Británico; por su defensa de los valores que ese país busca representar, pero también por su integridad y su buena visión de querer acabar del lado correcto en los libros de historia.
Maestra en Relaciones Internacionales, London School of Economics.
Investigadora del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República.
