Brexit vs. Bremain
Los británicos están llamados a realizar un análisis frío sobre los costos y beneficios de quedarse o salirse de la Europa comunitaria. Sea cual fuere el sentido de la decisión, Reino Unido enfrentará una serie de dilemas.
Por Rina Mussali*
El momento de la verdad para Bruselas y la Unión Europea (UE), comandada por la canciller alemana Angela Merkel, ha llegado con la celebración del delicado referéndum sobre la permanencia o abandono de Reino Unido (RU) del bloque comunitario. Una cita que ha puesto a temblar a todo el establishment europeo y que reafirma una vez más la relación conflictiva y tormentosa britano-europea. Los desencuentros históricos entre Londres y Bruselas están marcados por el sueño nostálgico del imperio británico y el excepcionalismo que los ha llevado a bloquear leyes comunitarias y forzar una Europa a la medida.
Bajo una serie de estires y aflojes y de tirones y jalones es que Bruselas ha mostrado voluntad y flexibilidad para realizar concesiones a la segunda economía europea, cuyo aporte es de 17.5% al PIB europeo, según datos del Eurostat. En febrero de este año
–cuatro meses antes de la celebración de la consulta pública–, el primer ministro David Cameron consiguió un acuerdo con el Consejo Europeo que los exime de avanzar más hacia la integración política y que les permite frenar la entrada de inmigrantes y reducir sus prestaciones sociales, cuando la UE vive la peor crisis de refugiados y migrantes desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Este regateo y trato especial de Bruselas hacia Londres levanta tirria y recelo entre otros países del club europeo?
El 23 de junio, los británicos están llamados a realizar un análisis frío sobre los costos y beneficios de quedarse o salirse de la Europa comunitaria. Sea cual fuere el sentido de la decisión, RU tendrá que enfrentar una serie de dilemas. Detrás de la campaña del Brexit o salida de la UE se entretejen los intereses ultranacionalistas y soberanistas para recuperar el control de las fronteras y la toma de decisiones en la economía, seguridad y migración. Una respuesta en contra de la supranacionalidad europea que merma las leyes impuestas por los parlamentos nacionales.
En contraste, los argumentos del Bremain –permanencia de RU en la UE– se sustentan en la agenda económica y competitividad. Un posible Brexit pudiera reducir la prosperidad de RU al perder acceso a sus socios comerciales naturales obligándolo a negociar por separado nuevos acuerdos de libre comercio con países de los cinco continentes del mundo, incluyendo la cola que tendrán que formar para firmar un acuerdo económico con la UE. Ahí está la advertencia de Jean Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea: “los desertores no serán bienvenidos con los brazos abiertos”.
Europa cabizbaja por la crisis económica, la crisis del euro, la crisis de los refugiados y con enormes obstáculos para avanzar en la integración política y la unión monetaria y fiscal, se apresta a recibir un golpe mayúsculo si perdería a su segunda economía más importante, un país que forma parte del G7, G20 y es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, al tiempo que es una locomotora financiera, un país petrolero, nuclear y con una cultura altamente innovadora y emprendedora.
Un Brexit pudiera consolidar un escenario de mayor euroescepticismo en el viejo continente cuando el próximo año se celebran elecciones en Francia y Alemania. Los apuros del proyecto comunitario se han puesto en evidencia con la llegada y efervescencia de los partidos antisistema como el ultraderechista y antieuropeo Frente Nacional Francés de Marine Le Pen, el Movimiento de Cinco Estrellas de Beppe Grillo en Italia, el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage y el Partido por la Libertad de Geert Wilders en Países Bajos. ¿Acaso ya se nos olvidó que el populista y xenófobo Norbert Hofer perdió la presidencia austriaca por menos del 1 por ciento?
No perdamos de vista que un posible Brexit pudiera invitar a un segundo referéndum sobre la independencia de Escocia de RU, pues los escoceses son férreos partidarios del proyecto supranacional europeo, la tercera fuerza política del país, tras los resultados electorales de mayo de 2015. Precisamente, David Cameron y las fisuras al interior del Partido Conservador pudieran alentar la desintegración de RU con un posible efecto arrastre hacia Cataluña y otros gritos de independencia que se cuecen al interior de la UE.
Mientras que los pronósticos del voto son ajustados y reñidos entre el Brexit y Bremain se pone en juego la viabilidad del proyecto político, económico y social europeo que ha traído prosperidad y paz al mundo. Por determinantes geopolíticos, estratégicos y demográficos Europa debe mantenerse unida. Con territorios pequeños debe sumar y no contrarrestar su fuerza y presencia en la escena global. Su demografía por separado peca de irrelevante en el siglo XXI y adquiere posicionamiento cuando conjunta a más de 500 millones de personas, siendo RU el tercer país en mayor densidad de población después de Alemania y Francia. Mantenerse unida también resulta clave para la seguridad colectiva global porque ahí se engendraron las dos guerras mundiales del siglo XX.
*Internacionalista y conductora del programa Elecciones en el Mundo
Twitter: @RinaMussali
