Mujeres y niñas refugiadas: otro gran impacto de la violencia de género
Son personas que no salen de sus países de manera voluntaria, sino que huyen de situaciones de violencia generalizada y persecución.
“Un día los mareros se metieron a la escuela a llevarse a mi hija. Allá secuestran a las jovencitas para violarlas y obligarlas a ser sus parejas. Los directivos de la escuela la escondieron en el baño y por eso no se la llevaron.” Andrea, madre de familia salvadoreña refugiada en México.
Por Mark Manly*
Los 16 días de activismo contra la violencia hacia mujeres y niñas son una oportunidad para reflexionar sobre otro impacto de la violencia basada en género: crea refugiadas.
Según el último estudio de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Tendencias globales. Un mundo en guerra, una de cada dos personas refugiadas en el mundo es mujer o niña.
Por lo general, las personas que recorren la ruta de Centroamérica a Norteamérica son percibidas como migrantes. Sin embargo, los datos nos muestran que de manera creciente se trata más bien de personas refugiadas. Es decir, son personas que no salen de sus países de manera voluntaria, sino que huyen de situaciones de violencia generalizada y persecución. Desde 2008, se ha incrementado en 1200% el número de personas provenientes de El Salvador, Honduras y Guatemala que buscan protección como refugiadas en México, Costa Rica, Nicaragua, Panamá y Belice. En Estados Unidos, el número se ha quintuplicado. Es decir, no sólo huyen al norte, sino también al sur.
Actualmente, muchas mujeres y niñas centroamericanas enfrentan graves riesgos de violencia sexual a manos de grupos criminales y pandillas. En un contexto de impunidad generalizada estas mujeres y niñas no tienen a quién recurrir. Un estudio del ACNUR en Estados Unidos (Mujeres en Fuga) arrojó que ninguna de las mujeres refugiadas o solicitantes de asilo entrevistadas en Estados Unidos, que habían denunciado amenazas y agresiones, había recibido protección eficaz de las autoridades de sus países antes de verse obligadas a huir. La situación de mujeres transgénero es particularmente seria a raíz de la discriminación generalizada que enfrentan.
Las mujeres y niñas centroamericanas que llegan a buscar protección en México huyen de la violencia generada por distintos actores: miembros de pandillas, parejas o exparejas, e incluso de las mismas autoridades policiacas. De hecho, los tres países del triángulo norte de Centroamérica tienen algunas de las tasas de feminicidio más altas del mundo.
De manera ejemplar, siguiendo los avances de las últimas décadas a nivel internacional, la Ley de Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político de México integra el género como motivo de persecución, lo cual permite a México brindar protección a mujeres que enfrenten riesgos a sus vidas por el simple hecho de ser mujeres.
Desafortunadamente, nuestra experiencia muestra que muchas de las mujeres que llegan a México huyendo de la violencia de sus países desconocen que podrían obtener protección en el país. De las miles de mujeres y niñas que llegaron a México en 2014, por ejemplo, sólo 759 solicitaron la condición de refugiado.
Al desconocer que pueden solicitar la condición de refugiadas en México, muchas mujeres con perfil de refugiadas continúan un viaje altamente peligroso hacia el norte. Algunas mujeres centroamericanas entrevistadas por el ACNUR en Estados Unidos indicaron que si hubieran sabido que existía la posibilidad de protección en México, habrían presentado su solicitud en el país, evitando correr los enormes riesgos, incluyendo la violencia sexual.
Uno de los grandes desafíos que enfrentamos en México es, por tanto, mejorar la identificación y canalización de aquellas personas que requieren protección como refugiadas al procedimiento de la condición de refugiado de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados. Con este objetivo, el ACNUR abrió recientemente una segunda oficina en la frontera sur, en Tenosique, Tabasco.
Mientras sigamos viendo el éxodo de personas de Centroamérica sólo como un fenómeno migratorio, estas mujeres, niñas, niños y, en muchos casos, familias completas, quedarán al margen de la protección que tanto requieren. A través de los años, México ha jugado un rol clave en la protección de las personas refugiadas. La historia lo está llamado una vez más a mostrar su liderazgo y compromiso solidario. Asegurar la protección a las refugiadas en México es, además, una contribución de este país a los esfuerzos globales de responder a la violencia contra las mujeres y niñas.
Representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
