La guerra que se perderá contra el EI

El problema es que los grupos terroristas tienen un antes y un después del EI, ya que revolucionaron el método que Al-Qaeda tenía...

Por Salvador Mejía*

Tras los atentados ocurridos en París el pasado viernes 13 de noviembre los integrantes del G20 se vieron obligados a pronunciarse sobre la ruta crítica que van a seguir para combatir al terrorismo, y al Estado Islámico (EI) como su máximo representante, mediante un documento de nueve puntos, pero es el contenido del punto seis el que hoy nos interesa: “Hacer frente a los canales de financiación del terrorismo”.

Este documento nos dice que debe prevalecer un esfuerzo global para combatir el financiamiento al terrorismo mediante un fortalecimiento de la cooperación, el intercambio de información, el congelamiento de los activos que se encuentren en manos de los terroristas, la criminalización de este delito y el robustecer los programas de sanciones financieras a los regímenes que se encuentren relacionados, todo esto mediante la implementación inmediata de los estándares del Grupo de Acción Financiera Internacional.

El problema es que los grupos terroristas tienen un antes y un después del EI, ya que revolucionaron el método que Al-Qaeda tenía para financiar sus actividades, esto porque más allá de las supuestas fortunas que apoyaron en su momento a Osama bin Laden, las células terroristas tras el 9/11 echaron mano del narcotráfico, del secuestro, la piratería, los fraudes y otros delitos para ser autosustentables; gracias al conflicto armado donde se encuentra asentado el EI pudieron tomar bajo su control varias refinerías petroleras, lo cual, según las estimaciones les permitió tener en su momento cumbre (previo a los bombardeos) ganancias por el contrabando de gasolina por más de seis millones de dólares diarios.

De hecho el poder económico del EI es de tal magnitud que logró erigirse como una autoridad de facto entre Siria e Irak, lo cual, a su vez, le permitió garantizar su seguridad. No en balde el Departamento del Tesoro de Estados Unidos los calificó como el grupo terrorista mejor financiado en el mundo.

EI means business en pocas palabras.

Si analizamos esto junto con la declaración no resultará difícil comprender que los esfuerzos que darán los frutos más visibles serán los que tengan que ver con las acciones armadas, ya que el intentar combatir la financiación a terroristas y a grupos terroristas (es decir a “lobos solitarios” y a grupos organizados) quedará circunscrito a eso: a un intento.

Con independencia del poderío económico del EI, a diferencia del lavado de dinero, donde el fin es lograr aparentar que los recursos insertados en el sistema financiero o económico provienen de una fuente legítima y poder disponer de éstos, en el financiamiento al terrorismo no existe interés en ello, por lo tanto, resulta muy difícil encontrar una señal de alerta que permita seguir el rastro de los recursos. Imaginemos que el sujeto A, quien tiene dinero para comprar explosivos se lo entrega al sujeto B, quien será el que lleve a cabo el atentado; en ese justo momento se termina la pista, ya que para que un sistema de alertas tempranas de un banco pueda emitir una alerta se requiere forzosamente la ruptura del perfil transaccional de un cliente (o que en un golpe de suerte) aparezca en una lista negra, pero con la transferencia del dinero esto no ocurrirá necesariamente ya que, por ejemplo, no se rompería la famosa barrera de los 10 mil dólares y el sistema o el analista no vería nada inusual, es un acto de consumación inmediata. En pocas palabras, el que en un banco se detecte una transacción vinculada al financiamiento al terrorismo es tan difícil que la mayoría de los oficiales de cumplimiento pueden llegar a jubilarse sin haber tenido la posibilidad de analizar un solo caso.

                *Socio de ASIMETRICS

                @ESEMEJIA

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