Naciones Unidas, ¿éxito o fracaso?

La Organización fue básicamente el resultado de un acuerdo previo entre los países victoriosos de la Segunda Guerra Mundial.

Por Sergio González Gálvez*

La Carta de la ONU, suscrita originalmente hace 70 años por 51 países, se publicó por primera vez en The New York Times, periódico de gran tradición en Estados Unidos, mientras aún resonaban los cañones en los campos de batalla de la II Guerra Mundial y en ese importante diario aparecía aún la ya tradicional lista de muertos en campaña. Muchos de los representantes que la suscribieron abandonaron sus países destrozados por la guerra y, con dificultades inclusive para llegar a la ceremonia, debido a las acciones de guerra que aún ocurrían en varias partes del mundo.

Aún hoy en día, algunos predicen que Naciones Unidas desaparecerá igual que la Liga de Naciones, aunque su fracaso, comentan, no provocará una III Guerra Mundial, ya que del Holocausto “seremos salvados gracias a la concertación entre los poderosos”, pues todo hace aparecer que muchos de los conflictos parecen solucionarse más fuera de la ONU que en sus reuniones; los críticos a los que me refiero señalan también que, en su opinión, la organización mundial gradualmente pasará a desuso, excepto en algunos temas de menor importancia que no atenten contra los intereses de los poderosos; otros agregan que si bien en asuntos de paz y seguridad, la ONU dejará el paso al viejo sistema del equilibrio de poder, la organización seguirá siendo importante en temas de naturaleza no política, muchos de los cuales sólo pueden ser solucionados a través de acciones multilaterales.

La verdad es que si bien la ONU sigue ofreciendo una opción histórica a la humanidad al proporcionar un foro al que cualquier país puede llevar el asunto que considere importante para su discusión y examen, los países que la integran tienen que decidir muy pronto, de una vez por todas, entre una de las opciones a que se refería el entonces secretario general de Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, en la introducción de su Informe Anual a la Asamblea General que cubre el periodo del 16 de julio de 1960 al 15 de junio de 1961, cuando decía que Naciones Unidas tiene dos caminos para elegir, entre los que conciben a la ONU como una maquinaria estática de conferencias para dialogar sobre conflictos de intereses e ideologías, apoyada por un Secretariado que, lejos de servir a los intereses de la comunidad, deben representar las tendencias principales en pugna y los que, afortunadamente en mayoría, han dado muestra de que siguen considerando a la organización como un instrumento dinámico, a través del cual los gobiernos buscan conciliación en sus divergencias y los mejores mecanismos para prevenir conflictos y resolverlos cuando lleguen a ocurrir.

Mucho se ha escrito sobre los defectos de que adolece la organización reflejados en buena medida en su Carta Constitutiva, lo que se explica si recordamos que fue básicamente el resultado de un acuerdo previo entre los países victoriosos de la II Guerra Mundial que le imprimieron, entre otras, las características siguientes, algunas de las cuales siguen impidiendo tener una organización más eficaz:

a) El acuerdo logrado entre la entonces Unión Soviética, ahora Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, la República de China (Taiwán), puesto que ahora ocupa la República Popular de China, respecto a lo que debería ser el mundo de la posguerra, sugería la conveniencia de asegurarse una posición predominante en la nueva organización, que lograron en gran medida con la aceptación en la Carta de la ONU de la categoría de “Miembros permanentes del Consejo de Seguridad”, cuyo concurso es necesario para adoptar cualquier decisión que afecte el mantenimiento de la paz, según se establece en el artículo 37 de la Carta, prerrogativa conocida como el Derecho de Veto o Regla de la Unanimidad.

b) Falta de criterios para elegir a los Miembros No Permanentes del Consejo de Seguridad, por ejemplo, una evaluación a sus aportaciones a la consecución de los propósitos y principios de la ONU.    

c) La necesidad de fortalecer la Asamblea General en cuestiones del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

d) Perfeccionar los mecanismos de solución pacífica y obligatoria de controversias internacionales.

Con estos antecedentes, quisiéramos, en artículos subsecuentes, analizar algunas de las iniciativas que México ha presentado a lo largo de los años en un intento de fortalecer a la organización mundial, esfuerzo que iniciamos antes de que se celebrara la Conferencia de San Francisco con la presentación del famoso documento “Los comentarios de México a Dumbarton Oaks”.

Embajador emérito de México y exsubsecretario de Relaciones Exteriores

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