Los placeres cotidianos / 18 de agosto de 2024
Una relación que no se lubrica con la comunicación abierta acaba, tarde o temprano, por oxidarse.
EXCUSAS PARA MEJORAR
Ante un “tenemos que hablar” se acongoja el alma y se anticipa la tormenta; cuando la pareja amenaza con esa breve y en apariencia inocua invitación al diálogo, se funden las amalgamas y nos preparamos para un tórrido enfrentamiento, vamos, que ya a priori lo asumimos como la crónica de una bronca anunciada. Y no, craso error, por bien que vayan las cosas, siempre son susceptibles de mejora y, en toda relación, hablar y hablar mucho es la manera más efectiva de encontrar convergencias, pulir mínimos desencuentros y consolidar rutas hacia la cohesión.
Con cierta frecuencia presumo en estas líneas mi relación con la Unagi; subrayo mi fortuna por haber encontrado a un ser tan afín en las coincidencias y tan complementario en los contrastes. Aun así, hablar, incluso, discutir no sobra nunca. Una relación que no se lubrica con la comunicación abierta acaba, tarde o temprano, por oxidarse. Si un día las cosas pintan mal o regular, hablarlo es imprescindible, poner remedio pronto antes de que se acumulen las tonterías y se conviertan en algo serio y cuando van bien, comentarlo implica disponer de la inteligencia para volver excelente lo bueno. Aun sabiendo que la perfección no existe, es una terca y hermosa intención vivir persiguiendo esa utopía. En la cama, en la mesa, en la calle, con su familia o con la de uno, tanto en la coincidencia de opinión como en el más absoluto desacuerdo, hablando con buena vibra, se acercan las posiciones y, créanme, todo es susceptible de ser mejorado, incluso lo que ya es sublime.
Lo mismo pasa con uno mismo, sostengo que resulta muy rentable vivir cazando momentos, mantenerse alerta y aprovechar cada suceso para convertirlo en excusa de superación. Juegos tan nimios como uno quiera jugarlos, desde la simpleza de estrenar una camisa y convencerse que esa novedad nos debe traer cosas buenas. Un nuevo cliente, conocer un restaurante, una mudanza, todo, casi todo sirve para hacerlo acicate de nuestros deseos de cambio positivo.
Mi lobera del alma, la hermosa Lulú, devoró los brazos de mi sala cuando aún era cachorrita. Cumplió tres años hace una semana y ya es una adulta bien portada. La sala ha estado rota y jodida durante este tiempo: es momento de comprar una nueva. Queremos una esquinera con un chaise lounge que me arrulle cuando la peli es aburrida o que me sirva de madriguera para abrazarme a la Unagi cuando sea de terror; un refugio para mis siestas, un diván para interiorizar sin analista. Que también sea mi comedor informal para unas quesadillas de cena, que además se vea coqueta y coincida con el estilo de la casa y, por si fuera poco, que no me obligue a vender un riñón para pagarla. Con ese plan nos personamos en Muebles Kassel, allá en Masaryk y Mariano Escobedo, nos atendieron muy bien y encontramos lo que andábamos buscando, había tantas opciones que se hizo difícil la selección, en fin, hasta aquí nada extraño, pero en nuestro afán de mejora, en esa manía de convertir cada suceso en un parteaguas de bendiciones, se nos vinieron un torrente de emociones: la nueva sala exigía un tapete, el tapete una mesita de centro, esa mesita otra para la esquina, la esquinera una lámpara y la lámpara un achuchón a la tarjeta y ese achuchón me llevó a pensar en la belleza de ir mejorando y también caí en la cuenta de que mejorar cuesta. Sean tan gentiles de llevar esta expresión a todas sus interpretaciones, cuesta de costar, de esfuerzo, de dedicación, de dinero, de atención y de talento, lo bueno siempre cuesta. Sólo hay que decidir si estamos dispuestos a pagar el precio.
Ayer recibí Las cerezas del cementerio de Gabriel Miró, un librito pequeñito que se lee en un suspiro, una atrevida historia de amores en un tiempo poco apto para aperturas. Con una prosa que embelesa. No puedo revelarles el desenlace, pero es genial. Escrito hace más de cien años, una chulada que no deberían de perderse. Lo tienen gratis en internet o por unos pesitos en Amazon. Feliz domingo, ya andamos a la caza del chile en nogada, ayer tocó El Cardenal, muy buenos; se abrió la veda. Seamos felices.
