¡DÉJALO IR Y SI REGRESA… HUYE!
Desde el tono aflautado de su voz, la mirada turbia, esa pinta de bravucón chaparrito y eternamente enfadado, vamos, que no me cae ni me ha caído bien nunca este señor. No juega limpio. Anda en busca de un resguardo porque se sabe perdido y en su huida hacia adelante está ensuciándolo todo. A mi juicio se equivoca el Presidente, se equivoca Mario Delgado, pero la que más pagará este error estratégico es Claudia Sheinbaum. Están a tiempo de corregir y parece que en eso están, no son buenos, pero son muy listos. Pero si lo dejan, acabará por robarse los reflectores, esta andanada contra la ministra Piña sólo puede salir mal.
El afán de purificador y perdonavidas del residente de Palacio terminará, más pronto que tarde, por fallarle alguna vez y, algo me dice, que es ésta. Es tal la inquina contra el Poder Judicial, ése que aún no ha podido domar y que significa el último bastión de la democracia en este convulso devenir de la 4T. Vale, el odio los ciega, pero se están obsesionando y este caballero que viene huyendo de allí, habiendo sido infiel al principio básico que le obligaba a quedarse y mantenerse al frente, éste es peligroso, para él mismo y para todo lo que toca. Qué pueden esperar de un traidor, pues eso, su propia naturaleza, traicionará otra vez. Este juez venido a porrista, el promotor más vehemente de la campaña juega un papel que no resulta creíble, sólo si esconde algo. ¿Quién deja de ser ministro presidente de la SCJN, la posición más alta a la que puede aspirar un juez, dejarlo todo para convertirse en vocero gritón y agachado de un proyecto populista que aún está sin consolidar? ¿Qué abyectas intenciones persigue? ¿De qué se esconde?
Y yo que no quería hablar de política, no tengo perdón, pero en este país se vuelve imposible, es jugosa y divertida, entra en el terreno de lo surrealista y roza el esperpento. Serrat en su canción Los macarras de la moral, dice: Si no fueran tan temibles nos darían risa/ Si no fueran tan dañinos nos darían lástima. En este México nuestro, estos señores, además de lástima y risa, lo que nos dan es miedo. Están desmadrándolo todo y se lo cargan sin el más mínimo sentimiento de culpa, convencidos de que su beneficio personal lo permite todo. Este tiempo en estas manos supone un retroceso de muchas décadas, una carga que acabarán pagando nuestros hijos. Hay en ellos una inexplicable sed de venganza, una perversidad que los hace acariciar la psicopatía, porque no tienen empatía con nadie, son crueles e indolentes. Dan pánico.
Por otra parte, Xóchitl tampoco se suelta el pelo y da el estirón. El bailarín de la pétrea sonrisa la supera ya en las redes, valga decir que eso no significa mucho, quizá que sí, Máynez es mucho más histriónico, hablando en plata, más payaso. Un esquirol perfecto para desviar votos útiles y favorecer a Morena. Es que somos así de ingenuos y caemos en esos juegos tan bananeros. Pero la dama del huipil necesita un empujón de rabia, un esfuerzo por hacerse oír. Tiene tanta chicha donde morder, hay tanto que criticar de lo mal que lo han hecho, tanto, que se asusta y se paraliza. Viene de hoy en ocho el segundo debate y ahí, será su última oportunidad de despunte. Yo y conmigo muchísimos mexicanos votaremos por ella, pero mucho más por lo poco que nos gustan los otros que porque nos haya cautivado la ingeniera. Se mueven con tanta soberbia que se atreven a vendernos la emoción de la continuidad, qué azules los tienen.
Es domingo, ayer en la tarde me leí de una sentada las ciento diez páginas de En agosto nos vemos. Qué grande es Gabo, que ya se le iba un poco la cabeza, que no es su mejor novela, que hay cierta incongruencia argumental, venga, que se ceben los críticos, pero yo disfruté tres horas como un niño con chupachup de fresa. Quien tuvo, retuvo. El maestro García Márquez tiene que considerarse aparte. No se lo pierdan. Los genios no deberían morir. Lo extraño, don Gabriel. Feliz día, disfrutemos como jardineros… mientras podamos.
