Como la vida misma / 26 de mayo de 2024

Qué lío, cuántas veces es más inteligente quedarse callado.

ENTRE HALIL Y MOISÉS

España, Irlanda y Noruega reconocen a partir del próximo 28 de mayo al Estado Palestino, más allá de la oportunista decisión de Sánchez, con claros visos electoralistas para la campaña a las elecciones europeas, una postura de moralina barata antes que por un verdadero sentido de identificación con la causa palestina. Así anda el mundo alrededor de este conflicto eterno. Es cierto que, en el complejo tablero geopolítico de Oriente Medio, las acciones y políticas del Estado Judío frecuentemente se encuentran bajo el microscopio internacional. Sin embargo, es crucial destacar una tendencia preocupante en las discusiones sobre Israel: la doble moral y el tono a menudo sesgado que permea en ciertos sectores de la izquierda. Sería perfecto abonarse a esa causa si se condicionase a la liberación de los rehenes que están en poder de Hamás, pero eso ni se menciona.

Una crítica recurrente hacia Israel es la comparación de sus acciones militares, casi siempre contundentes y radicales, con las atrocidades cometidas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Esta analogía no sólo es históricamente inexacta, sino que además trivializa el horror del Holocausto y desvía la atención de la realidad del conflicto actual. Israel, como cualquier nación, tiene el derecho legítimo de defenderse de agresiones y ataques. La seguridad de sus ciudadanos, en un entorno hostil y volátil, es una prioridad que cualquier estado soberano procuraría asegurar. Basta echar una ojeada al mapa y ver cómo los judíos están completamente rodeados por otros gobiernos rivales. No debe ser fácil su situación.

Por otro lado, es esencial mencionar que Hamás, reconocida como una organización terrorista, ha desempeñado un papel significativo en el perpetuo estado de conflicto. Sus ataques contra civiles, claros actos de terrorismo, a menudo se minimizan o hasta se justifican bajo el argumento de resistencia. Esta narrativa es peligrosa, ya que equiparan actos de terror de Hamás con actos de legítima defensa, y obvian el impacto devastador de estos ataques en la población civil de ambas partes.

La crítica hacia cualquier gobierno, incluido el de Israel, es válida y necesaria en una sociedad democrática. Sin embargo, cuando esta crítica se basa en comparaciones erróneas y defiende a entidades con agendas violentas, deja de ser una herramienta para la justicia y se convierte en un instrumento de división. La doble moral no contribuye a resolver el conflicto, sino que profundiza las divisiones y fomenta el resentimiento. Como observadores globales, nuestra responsabilidad es entender un debate constructivo que reconozca la complejidad del conflicto sin caer en la demonización de ninguna parte. Israel, nos cuadre o no, es una democracia consolidada, imperfecta, sí, pero la única con derechos y prerrogativas democráticas en el conflicto.

Esta semana escuchaba una interesantísima entrevista con Felipe González donde el veterano político español criticaba al gobierno de España, ahora en manos de su propio partido, decía González que el reconocimiento del Estado Palestino por parte de España en este momento obedece más a un postureo progre, y que no va a contribuir en nada en la solución del conflicto entre judíos y árabes. La solución es delicada y opiniones como la de “Por una Palestina desde el río hasta el mar”, pronunciada por la ignorante vicepresidenta de España, es una especie de reconocimiento del eslogan de Hamás. Qué lío, cuántas veces es más inteligente quedarse callado. El problema es de muy difícil solución, se ha intentado en varias ocasiones y siempre con pobres resultados, son muchos los resentimientos almacenados y es también mucho el fanatismo y la cerrazón de ambos lados.

En fin, hoy es un buen día para leer, traigo entre manos Las hermanas Grimes de Richard Yates, una novela valiente y demoledora con una escritura bellísima. En estas cosas hermosas me refugio para no enfrentar los horrores de la vida cotidiana. Feliz domingo.

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