Como la vida misma / 14 de abril de 2024
Soy por decisión y por cuna, hijo de la mezcla. Amante de las dos orillas; me van tan bien los orujos como los mezcales, el tequila y el albariño.
¡ENTRE GACHUPINES, MEXICAS Y MEXICASTIZOS!
No en todo coincido con la letra de la vieja canción de Facundo Cabral No soy de aquí/ ni soy de allá/ no tengo edad/ ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad. Pues, yo me desdoblo en mi ambición y, sí soy de aquí, y también soy de allá. Es lo que me toca por ser ¨mexicastizo¨. A mis dos mitades tengo derecho. Nací en México de madre mexicana, hijo de un gallego de corazón celta. Por eso en mi español, tanto hablado como escrito se mezclan, casi sin darme cuenta y, desde luego, sin impostarlo, el acento de La Merced o de Tepito, un aire aspiracionista de Polanco con el españolísimo ceceo de andar por casa y la dulzura agreste de los montes orensanos. Mucha riqueza identitaria que, en ocasiones, cuesta asimilar por las mismas contradicciones narrativas de la convulsa historia común. Hace tiempo que leí a Salvador de Madariaga en aquella trilogía maravillosa: El corazón de piedra verde, Una gota de tiempo y Guerra en la sangre. Y hoy, ya más maduro, me regodeo con la mirada de Zunzunegui y me siento analizado e identificado cuando somete a México a su diván de psicoanálisis.
Vivo a caballo entre dos mundos, aquí tengo a mis hijos y nietos, a mis hermanos y mis dos familias, primos, sobrinos y cuñados, amigos de toda la vida y, a mi Unagi, que comparte la dualidad de mis entretelas. Allá se quedaron algunos tíos, hoy viven mis dos hermanos mayores, mis otros primos y muchos amigos de infancia.
Huyo todo lo que puedo de la política, porque me aterran de igual modo las sinrazones de López Obrador o de Sheinbaum, que las barbaridades de Pedro Sánchez y este PSOE de ahora con el que ya no me identifico y tan distinto de aquel en el que llegué a militar cuando estaba prohibido. Ya no hay izquierdas que defiendan honestamente el falso sueño de las igualdades; ni derechas, ésas que apostaban por el capitalismo creador de riquezas. Antes se podía navegar entre esas dos visiones y pensar que unos hacían dinero y los otros lo repartían. Hoy nos disolvemos entre otras miradas y hay que estar más pendientes de las intenciones, o de democracia o de autoritarismo con las que se menean los autócratas y los populistas. Los sueños más rojos han fracasado. Sólo se resisten medianamente bien la social democracia y los liberales, más o menos estrictos, más o menos fanáticos. Lo ideal sería algo híbrido entre Milei, que asusta y… el único centro izquierda que se mantiene en un país de solera democrática, como es el alemán de Steinmeier. Del otro lado están las dictaduras bolivarianas de pena y esperpento, Venezuela, Cuba, Nicaragua y algunos otros que persisten en sus coqueteos comunistoides en América Latina. China ya no es comunista, no se sabe muy bien qué es. Corea, la del norte es una tragedia y, más o menos entre otros locos con poder, así anda el patio.
Soy por decisión y por cuna, hijo de la mezcla. Amante de las dos orillas; me van tan bien los orujos como los mezcales, el tequila y el albariño, el mole y los percebes y, las dos tortillas que no significan los mismo, la de aquí, tan sencillita, pan redondo y delgadito de maíz, para hacer tacos que empiezan en los de sólo sal arrolladitos y calientes en la palma de la mano y la de allá, la de huevo, patata y cebolla. Me encantan los escamoles, los chapulines y los gusanos de maguey, la cocina de Oaxaca y también me dejo enamorar por una paella, un rodaballo al horno o un pulpo al estilo feira. Me gusta Juan Gabriel y El Buki, el Vargas de Tecalitlán, pero puedo tararear en gallego a Fuxan os Ventos o a Rosalía de Castro en la voz de Luz Casal.
Entre mis personas favoritas están un puñado de gachupincitos, una dosis mayor de mexicanos y algunos, también como yo, que penan sus dicotomías sintiéndose mexicastizos. Es domingo, el viernes no pude ir a escuchar a la Orquesta Sinfónica a Bellas Artes, le quedé mal a Brahms, pero iremos hoy. Disfruto mucho de abril mientras me voy haciendo mayor.
¡Feliz día!
