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Guayaquil, si todavía amenaza la oscuridad

Mario Alberto Medrano González

Mario Alberto Medrano González

Guayaquil (2019) es el nombre del tercer libro de poesía de la escritora María Auxiliadora Balladares (Ecuador, 1980), el cual considero el más destacado de los que ha escrito. También cuentista y ensayista, Auxiliadora Balladares propone un tono llano, casi oral, en un libro a veces confesional, otras anecdótico, unas más lleno de astillas eróticas.

Bajo el nombre de la ciudad ecuatoriana (una declaración de intenciones), Guayaquil se compone de una arquitectura narrativa, en ocasiones alcanza el poema en prosa, pero sin dejar de lado el verso, la capacidad métrica. Poemas íntimos, cuya estructura se asemeja al apunte de diario, confesional, sin ambages, sin restricciones en el tono de voz.

Son 22 poemas toda la esencia de Guayaquil, la esencia de la poética de una autora franca, muy directa en sus enunciaciones, donde utiliza pocas metáforas: La poesía de Balladares irrumpe frontal, distanciada de lo críptico e inasible. Su obra está zurcida con un lenguaje cotidiano, nacido más de la reflexión, de la cavilación del entorno inmediato, acerca de una “ciudad tremenda/tan caliente y tan pequeña”. Y es precisamente esa ciudad, a ratos próxima, a ratos una intemperie llena de simbolismo, el detonador de la poesía de este libro. Ciudad padre y madre, ciudad genealogía:

“Que en Guayaquil llueve como si lloviera en dos/[ciudades al mismo tiempo/que no hay dispositivo que aguante/ni pintura en las paredes que aguante/solo mi amor que está hecho de balsa…”.

Por otra parte, en su discurso lo poético se revela como una presencia/ausencia carnal, siempre en la primera persona de quien rememora, pues la posibilidad del encuentro con el cuerpo ajeno siempre viene desde la reminiscencia de un pasado vital, de texturas, olores y sabores. Ese pasado inducido de donde viene las imágenes (que no se atropellan, sino que dan paso una a otra) parece fisurar el presente desde un plano onírico:

“La cicatriz que surca tu cabeza/Parece susurrarme al oído nuevas formas del sueño/Durante días mis dedos la buscan/Y entiendo que no hay tacto posible/Cuando se trata de prever los sentidos/Que adquirirán los paisajes/ En el sueño/Te caes de un caballo/Y de tu cuerpo brota sangre/Una roca que estría la carretera/Se incrusta en tu cabeza/Y te desmayas […]Te enjabono la espalda y desenredo el pelo/Alrededor de los puntos que ha cosido un médico/[vestido de azul/Beso tus senos para que sientas mi aliento/Entonces/Ahumado tu pecho/Despierto”.

Con Guayaquil, María Auxiliadora Balladares obtuvo el Premio de poesía Pichincha 2017, que otorga la provincia de mismo nombre. Al comenzar a leer, es posible leer que la poeta escribe “Bowie y Marosa son el oro de Guayaquil”. Sin duda, es posible encontrar la cercanía de la ecuatoriana con Marosa Di Giorgio, la tremenda poeta uruguaya. Cuando inicié la lectura de este libro, reconocí la voz que alguna vez leí en Marosa: negada al verso efectista, verso de bote pronto, facilón, verso que busca sorprender.

Tanto la poesía de Balladares como la de Marosa son esfuerzos sostenidos, construcciones verbales no de un solo verso, sino de una edificación completa. Ambas evitan la rima, apelan a la infancia, a libros orgánicos, que funcionen completos, no fragmentados. Lo que hay en Guayaquil es un libro redondo, no hecho de algunos poemas, sino de un largo aliento.

Desde que comencé con esta ruta de viaje, María Auxiliadora es la primera poeta con la que entablo un diálogo. Y debo reconocer que ha sido enriquecedor, ya que encuentro en su poesía algunas semejanzas con la mía, sobre todo en la narrativa poética. Tanto ella como yo vemos en sendas ciudades (Guayaquil y la Ciudad de México) un punto de partida y regreso: un poema circular.

María Auxiliadora Balladares es autora de libro de cuentos Las vergüenzas y el ensayo Todos creados en un abrir y cerrar de ojos, sobre la obra de la poeta peruana Blanca Varela, así como de los libros de poesía Animal y URUX Una correspondencia. En la próxima colaboración, publicaré la charla que tuve con la poeta. Este diálogo es una forma vasos comunicantes entre las diversas literaturas de Latinoamérica. 

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