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Querido, pero reprobado

María Amparo Casar

María Amparo Casar

A juicio de Amparo

Hace tres años tomó posesión el presidente López Obrador. Poco antes escribí: “Hay pocos mexicanos que conozcan al país tan bien como él: su pobreza extrema, la desigualdad, la injusticia, la violencia, la violación a los derechos humanos, la falta de oportunidades, la lamentable situación en que se encuentran las escuelas, la insuficiencia de los centros de salud, el deterioro de los caminos, las arbitrariedades de las autoridades y los privilegios de que gozan unos cuantos. Pero conocer no es equivalente ni a tener soluciones ni, en caso de tenerlas, encontrar la manera adecuada de implementarlas”.

Hoy sabemos que su acertada y bien intencionada oferta política —crecimiento, atención a la pobreza y la desigualdad, combate a la corrupción e impunidad y disminución de la violencia— no tiene visos de haber sido cumplida y que sólo un milagro permitiría mejorar los índices de desempeño en estas y otras materias.

Economía. Si alcanzáramos un 4% anual de crecimiento promedio en los tres años restantes, se llegaría a 1.3%, cifra menor a la de los tres sexenios anteriores a los que el Presidente califica de mediocres. Y muy por debajo del objetivo del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, que preveía que para 2024 la economía alcanzaría una tasa de crecimiento de 6 por ciento. Según cifras del Índice de Competitividad Internacional del Imco (la capacidad de un país para generar, atraer y retener talento e inversión) México perdió en el 2020 dos posiciones, para situarse en el lugar 37 de 42 países. En 2019 (datos prepandemia de 2019) ya habíamos perdido tres lugares. Hoy los inversionistas ven mayor riesgo de mantener sus inversiones en México que en los otros países emergentes y que se refleja en una salida de capitales de más de 265 mmp en menos de un año (Instituto de Finanzas Internacionales). Las razones: el tema energético, la política fiscal conservadora, la corrupción y la posición del gobierno contra la inversión privada. Fracaso.

Pobreza. Según el Coneval, hay en el país 67 millones de personas sin ingreso suficiente para la canasta básica, esto es, 5 millones más que 2018. A 22 millones no les alcanza ni para la canasta alimentaria o 4.5 millones más que en 2018. Por la desaparición del Seguro Popular, 36 millones fueron excluidos del acceso a servicios de salud. En 2018 los excluidos eran 20 millones. Mientras en 2016 los programas sociales llegaban al 67% de los hogares en extrema pobreza, para 2020 el alcance de la política social apenas llega al 43% de estas familias (Indesign). En contraste, los apoyos que reciben los hogares más ricos del país, es decir, quienes se ubican en el decil 10, han pasado del 3% al 7%. ¿Primero los Pobres? Fracaso.

Corrupción. Según el ranking del World Justice Program, que toma en cuenta tres formas de corrupción —sobornos, influencias indebidas, y apropiación indebida de fondos públicos u otros recursos—, en 2019 México ocupaba el lugar 117 de 126 países y en el 2021 el 135 del 139. El corruptómetro publicado anualmente por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad rebosa en actos de corrupción y conflictos de interés que incluyen a sus familiares y los titulares de diversas dependencias, de un abuso nunca visto en el uso de recursos públicos vía las licitaciones y reasignaciones presupuestales, y de opacidad y clasificación de información, sin la cual no hay rendición de cuentas posible. La impunidad sigue en los niveles de siempre: alrededor del 90 por ciento.

Violencia. A 35 meses de gobierno oficialmente se reportan más de 101 mil homicidios dolosos. En ese lapso, en el de Calderón eran 39 mil y en el de Peña, 62 mil. Con una diferencia, la policía federal en estos dos últimos sexenios tenía alrededor de 36 mil elementos y la Guardia Nacional cuenta con casi 100 mil. A ello hay que añadir, en cifras oficiales, más de 3 mil mujeres víctimas de muerte violenta y más de 2 mil desaparecidas. Fracaso.

A la mitad de su sexenio tenemos un Presidente popular y querido, pero reprobado.

El llamado decretazo o acuerdo por el que se declara de interés público y de seguridad nacional la realización de proyectos y obras del gobierno en 14 sectores económicos o cualesquiera otros que “por su objeto… se consideren prioritarios y/o estratégicos para el desarrollo nacional” lo coloca como el gobernante que más desprecio abierto por la ley ha mostrado. Ese decreto es a la vez un golpe de poder y una muestra de debilidad. Tengo el poder para saltarme la ley. Necesito saltármela porque si no, imposible entregar lo prometido. El poderoso no necesita recurrir a golpes de esta naturaleza. El que sabe que cumplirá con sus promesas, tampoco.

La conclusión es ineludible: políticas fallidas. De la destrucción institucional me ocuparé próximamente.

Con todo, hay que desear al nuevo Presidente mucho éxito y ofrecer lo que desde estas trincheras se puede ofrecer: diagnóstico, crítica con fundamento y propuesta.

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