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Astuto, ladino, taimado

María Amparo Casar

María Amparo Casar

A juicio de Amparo

 

El Partido Verde Ecologista de México, que, como se ha dicho, no tiene nada de verde y menos de ecologista, es el partido más astuto, ladino y taimado que ha tenido México en la era democrática. Principios no tiene. Intereses, muchos. Se ha resistido de manera exitosa a abandonar el negocio electoral; a perder las generosas prerrogativas del financiamiento público, y a dejar el también lucrativo negocio de vender sus votos —electorales y legislativos— al mejor postor.

Por puras prerrogativas a partidos y campañas —sin contar el dinero del Congreso—, sus arcas se han llenado, desde 1997 hasta las elecciones de este año, con la nada despreciable suma de 11,915.99 millones de pesos de 2021. No está mal para un partido con tan pocos votos.

Su récord electoral es pobre y sólo en una ocasión lanzó a un candidato presidencial propio, Jorge González Torres, en 1994. Obtuvo únicamente el 0.93% de la votación. Su máximo ha sido 6.5% de la votación válida y la única vez que probó suerte sin ir en alianza su fracaso fue tan estrepitoso que perdió el registro: en las elecciones de 1991 obtuvo el 1.37% de la votación emitida para la Cámara de Diputados por ambos principios y el 1.34% en la de Senadores. Aprendió la lección: nunca más volvió a intentar competir solo. Para seguir siendo un buen negocio había que aliarse con quien se dejara.

Encontró la manera de sobrevivir. Nunca por las buenas. Siempre a través de los hoyos de la ley, de la protección del poder y del comedimiento o reserva de las autoridades electorales a imponer la máxima pena de retirarle el registro. El PVEM ha tenido el arrojo de desafiar la ley abiertamente y lo ha hecho con dolo, es decir, por medio de actividades “con pleno conocimiento de su carácter ilícito, llevadas a cabo con la intención de obtener un efecto indebido en los resultados del proceso electoral”.

Salvo por Amigos de Fox (PAN) y el Pemexgate (PRI), es el partido con las mayores multas. Por ejemplo, en el análisis costo-beneficio hecho por sus dirigentes, el pago de una multa por más de 320 millones de pesos por violaciones en las elecciones de 2015 (rebajada posteriormente a casi 215 millones) valió la pena.

Si uno hace el recuento de las conductas delictivas —no las presuntas, sino las acreditadas por las autoridades electorales—, pareciera que se actualiza la máxima sanción establecida en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales: la pérdida de registro del partido político “en los casos de graves y reiteradas conductas violatorias de la Constitución y de este Código, especialmente en cuanto a sus obligaciones en materia de origen y destino de sus recursos, con la cancelación de su registro como partido político” (art. 354 fr. VI). Elección tras elección, ha sido sancionado por violar alguna de las normas del Código Electoral.

No sólo eso, ha tenido la astucia de hacer los mejores convenios de coalición. En estas elecciones, Morena le permitió colocar a sus candidatos en 50 distritos de coalición. De ellos, ganó 30. Sólo en uno ganó por sí mismo. Así, alcanzó 31 diputados. Si a ellos se le suman los de reparto proporcional, llegó a 43 diputados, que es el 9% de la Cámara de Diputados, con tan sólo 5.4% de la preferencia electoral.

El Verde es un claro ejemplo de que “las cosas valen lo que el cliente está dispuesto a pagar por ellas”. Difícil saber por qué Morena hizo tan mal negocio con un partido tan desprestigiado. La experiencia dice —y, si no, pregúntenle a Fox y al PAN después de las elecciones del año 2000— que, si el bloque opositor le ofrece algo mejor que el partido en el poder en turno, no se tentará el corazón para abandonarlo.

Su última hazaña fue la de proponer a un candidato presuntamente ligado al crimen organizado a la gubernatura de San Luis Potosí. Un candidato ganador que el Presidente de la República ha respaldado diciendo que las acusaciones judiciales en su contra son un asunto político. Habría podido optar por el más respetable silencio. Cuando se alió con el PRI, éste lo defendió. Lo mismo hizo el PAN en su momento. Ahora es Morena quien sale en su defensa. Todos iguales.

Hoy volvió a estar en la mira del INE, como antes lo estuvo en la de la PGR y de la Fepade. También estuvo en la mira de muchos ciudadanos que, con argumentos sólidos y como en el 2015, solicitaron el retiro del registro al Partido Verde. Razones hay muchas. ¿Alguien duda de que este partido ha violado de manera grave y reiterada la Constitución y el Código Electoral, especialmente en cuanto a sus obligaciones en materia de origen y destino de sus recursos?

 

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