El feminismo: una canción sin miedo
Debemos identificar la diversidad de mujeres.
El feminismo ha sido el nombre bajo el cual hemos identificado nuestra lucha, una lucha de siglos y, debe decirse, una lucha que acuerpa muchas luchas. Cabe decir que, de manera general, el feminismo es un conjunto heterogéneo de distintos grupos de mujeres, en favor de la lucha contra la subordinación, que mujeres de distintas colectividades han experimentado históricamente.
Pareciera ser que, en todos los ámbitos de la sociedad, lo único claro es la polarización, debido a ello, el feminismo también se encuentra fragmentado y, tal vez, desfortalecido.
Hay mujeres que afirman que “el feminismo no las representa” y se discute banalmente sobre las formas, cuando, considero, su importancia siempre recaerá en el fondo.
Es imprescindible reconocer la inutilidad de generalizar el feminismo para identificar las diferentes demandas, identidades y principios que caracterizan cada lucha. Debemos identificar la diversidad, no únicamente de luchas y de trincheras desde las cuales se pelea, sino de mujeres: populares, campesinas, trabajadoras, originarias; de distintas razas, clases y países, pero lo más importante, en las diferentes etapas de su proceso de vida, de feminismo y deconstrucción; distintos momentos que nos sitúan de diferente manera frente a la empatía; por ello, reconocer la lucha de todas, desde el momento en el que se encuentren, es la verdadera sororidad feminista.
Los movimientos han atravesado por fragmentaciones, fracasos y otros cuantos éxitos, la historia y desarrollo de los feminismos ha sido una lucha de años como relata Jenny Chapman en su texto “La perspectiva feminista”, sin embargo, el movimiento continúa siendo prometedor, pues “si los roles y valores de género son constructos culturales, es posible cambiarlos”.
De hecho, los logros del feminismo son incuestionables, convirtiéndose en uno de los actores protagónicos de los movimientos sociales. Anthony Giddens, reconocido sociólogo, dice que “los movimientos sociales son un intento colectivo de luchar por un interés común, o de alcanzar un objetivo al margen de la esfera de las instituciones establecidas” y es por eso que encontrar diferencias entre mujeres, entre contingentes o entre ideologías dentro de los movimientos feministas, no debe obstaculizar la lucha por ése, tan fundamental, interés común por salvaguardar la vida, los derechos fundamentales y la dignidad de las mujeres.
Además, no puede negarse que aún queda un camino infinitamente largo por recorrer en México, a pesar de que los datos no necesariamente son representativos. Los feminicidios no cesan, la violencia no disminuye y, de hecho, encuentran la forma de adaptarse a nuevas formas “socialmente aceptadas” como el abuso sexual, verbal, físico, emocional, psicológico y laboral; de todo tipo es la norma en nuestro país. Tampoco debemos desviar la atención de uno de los grandes retos que nos acecha, la fragmentación del movimiento y el sistema patriarcal.
Es importante reconocer que la discusión entre grupos de feminismos, ideologías y de mujeres nos desvían de la relevancia del feminismo, la horizontalidad de las relaciones. Para la politóloga Máriam Martínez-Bascuñán “las luchas por los derechos de las mujeres tienen verdaderos efectos cuando se centran en transformar la realidad y no se pierden en debates teóricos que ni la política ni el derecho pueden solucionar”.
Así, a pesar de que existan diversas opiniones dentro de los movimientos, que las cifras nos devuelvan ese sentido de identidad y de apropiación, pues la causa no sólo es noble, sino urgente. El feminismo representa a todas aquellas que quieren justicia, memoria y relacionarse –dentro de nuestro mismo género, como entre otros– desde el reconocimiento. Es la revolución que busca transformar las relaciones humanas. Busca recablear el género universal: el ser humano. Y su fin último debe ser construir un mundo mejor, ese mundo debe comprender la unidad del ser humano y el reconocimiento tanto de sus derechos, como de la importancia en la creación identitaria y en la concepción de la dignidad que se presenta en cada cuerpo humano.
Como dice Vivir Quintana: “Que retiemble en sus centros la tierra, al sonoro rugir del amor”.
