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El falso dilema

Luis F. Lozano Olivares

Luis F. Lozano Olivares

Avvocato del Diavolo

Hace poco escribí un artículo sobre política exterior en un suplemento de este periódico que se titulaba Principios o intereses. En dicho artículo plateaba ese dilema que nos aqueja en la política exterior, entre el México “hermano mayor” de Latinoamérica y los intereses geopolíticos de México, que parecen llevar su propia inercia, sin que exista estrategia clara o un objetivo identificable.

¿Qué queremos ser en la región en las que nos toca vivir? No creo que haya una respuesta clara.

México ha sido un país con una tradición diplomática sosa. Si bien hemos tenido episodios heroicos como la defensa de la República española en los treinta del siglo pasado, en general somos un país maleable por las circunstancias, por esa falta de objetivo y vocación geopolítica. No nos creemos nada. Nos quejamos de nuestra localización geográfica cuando hemos desaprovechado las oportunidades que la geografía nos ha dado en lugar de tomar dichas oportunidades, como Canadá lo hizo.

Es justo decir, como lo he hecho antes, que una de las razones por las cuales Latinoamérica nunca será potencia es porque no tenemos amenazas que nos incentiven a trabajar o a sobrevivir. Canadá tiene el frío.

Regresando al punto, nuestra eterna ambivalencia entre ser un “hermano latinoamericano” o un país norteamericano nos genera esa falta de claridad y objetivo. ¿Qué somos? Y más importante ¿qué queremos ser? Sin un objetivo concreto y, por ende, sin una estrategia, México es un país exitoso en Latinoamérica (si usted es un chairo, mejor deje de leer esto). Es verdad, fuera de Chile, que es un país con condiciones particulares debido a su tamaño, el crecimiento económico y la estabilidad de México en comparación con Latinoamérica es innegable. Ni siquiera los años de crecimiento exponencial de Brasil en la época de Lula lograron lo que México ha logrado en los 25 años de estabilidad de la era NAFTA, que fue la última estrategia que tuvimos.

Pero desde el NAFTA no volvimos a saber qué hacer. Hemos descuidado nuestro país y nuestra imagen en Estados Unidos sin que nos importe mucho.

Total, sin esforzarnos mucho y sólo basados en la cercanía y en la mano de obra barata hemos logrado lo que hemos logrado. Las inversiones que llegan nos caen del cielo y sin mucha dedicación. Y sin ProMéxico, parece que así seguiremos.

México requiere una definición estratégica, ¿qué queremos ser en 50 años? Y, ¿cómo vamos a lograrlo?

En el artículo mencionado escribí “Los británicos y los americanos son implacables en su política exterior, si tienen que escoger entre principios e intereses, los intereses ganan nueve de diez veces. Ese pragmatismo que los ha hecho grandes naciones, les conduce su conducta hacia el exterior, a veces bien y a veces mal…”.

Envidio esa claridad sajona de los intereses. México tiene intereses, pero no sabe perseguirlos por estar en conflicto con los principios. La situación que se ha dado en los últimos meses con las migraciones centroamericanas ha sido de escándalo. Ya sé que nos encanta decir que somos un país humanitario (de dientes para afuera) y que le permitimos a caravanas cruzar nuestro país, con todo lo que eso conlleva, porque no es nuestro problema; o eso creíamos.

Resulta que los americanos consideran que nuestra política de dejar pasar gente que va hacia ellos si es un problema para ellos y tienen razón. Pero al ver que México no lo considera como propio, el gobierno americano ideó una estrategia inteligente que creó un problema para México y un incentivo para solucionarlo. Burdo, pero así se manejan los intereses.

Si México tuviera una definición de su rol, un objetivo y una estrategia, hubiéramos podido negociar con nuestra iniciativa y ofrecer una solución al problema norteamericano a cambio de algo que fuera distinto a solucionar un problema inexistente hasta hace unos meses. ¿Que los hermanos latinoamericanos se hubieran enojado con México? Pues sí, es parte de las decisiones que deben tomarse. Yo tengo muy claro que en geopolítica los intereses son más importantes que los principios, y que los intereses de México ven para el norte y no para el sur.

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