Empezar otra vez

En la poco conocida filmografía del directo irlandés, John Carney, probablemente la más identificada por el público joven es Once, de 2006, que después se convirtió en un exitoso musical de Broadway. El seguimiento de una pareja de enamorados que se sienten aún ...

En la poco conocida filmografía del directo irlandés, John Carney, probablemente la más identificada por el público joven es Once, de 2006, que después se convirtió en un exitoso musical de Broadway.  El seguimiento de una pareja de enamorados que se sienten aún más unidos por su amor a la música, conquistó al público tanto en su versión cinematográfica como en la teatral.

La premisa se antoja muy simple, pero lo importante es el talento de su director para hacer que la historia resulte atractiva para los espectadores. La fórmula funciona muy bien. Género: comedia romántica; protagonistas: una pareja de actores conocidos que se ven muy bien juntos; soundtrack: música impecable de diferentes autores y una canción del propio Carney; argumento: una historia romántica sin pasarse a lo sentimental, una trama de las llamadas feel good movies, para salir del cine de buenas y en una de esas hasta cantando.

Empezar otra vez (Begin Again, Estados Unidos, 2013) se iba a titular Can a song save your life?-¿Puede un canción salvar tu vida? por el tema homónimo que se escucha en algún momento del desarrollo de la historia. Se basa en un guión del propio John Carney.  Al igual que en Once, Carney se vale de sus buenos oficios y conocimiento de la música popular, muy de corte independiente, y arma una buena selección de melodías ya existentes, mezcladas con cosas nuevas, compuestas especialmente para la película.

Lo que al principio parece que será una suerte de nueva versión de Nace una estrella, evoluciona hacia otra dirección y nos va interesando con una trama amable, que aunque superficial, tiene un encanto particular por las actuaciones y el giro que los acontecimientos van tomando.

Todo comienza cuando Gretta (Kiera Knightley)  y Dan (Mark Ruffalo) se conocen en un club al que ella ha ido acompañando a un amigo que la hace cantar —lo que hace a regañadientes—, mientras que Dan va al lugar buscando olvidar su larga lista de problemas familiares y profesionales. Resulta que Gretta viaja a Nueva York con su novio Dave, quien ya es un artista consolidado, interpretado por Adam Levine. Él ha firmado con una compañía que grabará su siguiente disco. Gretta, quien también compone y canta, no es parte del arreglo y más temprano que tarde Dave acaba enredándose con una compañera de estudio y dejando a Gretta, que un buen día se encuentra a un amigo inglés que canta en la calle por unas monedas y la invita al club donde él canta ocasionalmente.

Por su parte, Dan ha empezado el día alcoholizado, peleándose con un amigo en la productora de música de la que son socios, llegando tarde y sin ganas por su hija adolescente, y recibiendo reclamos y reproches de su exesposa.

Cuando coinciden en el club nocturno, los mundos de ambos se están desmoronando. Al oír cantar a Gretta —buena la escena de los instrumentos sonando solos y acompañando la interpretación de ella—   se da cuenta de que tiene talento y decide apoyarla para que grabe un disco. Pero las cosas no son tan sencillas, ya que Dan ha roto con su socio, quien le dice que para pensar siquiera en una oportunidad para escuchar a la joven, le tienen que llevar algo grabado.

Y en eso se va la película. Dan echando mano de sus contactos en la industria de la música y reuniendo antiguos compañeros y músicos para que sirvan de acompañamiento a las dulces canciones de Gretta, que dicho sea de paso, están interpretadas por Keira Knightley. Con ciertas dificultades, pero con entusiasmo que no decae y al que se une la propia hija de Dan, van grabando las canciones en la calle o en parques.

La historia de amor es más bien de amor a la música. No cae en cursilerías y es de ese género de cintas que permiten que uno salga del cine de buen humor.

Para pasar un rato agradable.

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