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Mar de Cortés, bajo amenaza

Lorena Rivera

Lorena Rivera

La fallida aplicación de políticas ambientales y de protección, así como la insostenible actividad humana, están amenazando la vida y riqueza natural del único mar perteneciente a nuestro país. El oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau lo llamó el Acuario del Mundo.

Ubicado entre los litorales de la península de Baja California y los estados de Sonora, Sinaloa y Nayarit, el Golfo de California o Mar de Cortés es único por su biodiversidad y especies endémicas.

En sus aguas turquesa habitan focas, ballenas, delfines, tiburones, tortugas y mantarrayas, entre otros peces y animales marinos, y en las islas e islotes viven miles de aves residentes y también reciben a migratorias.

En 2005, junto con las islas y áreas protegidas, esta zona fue catalogada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Una distinción importante que conlleva una enorme responsabilidad para preservarla.

Sólo que gobiernos pasados y presentes han defraudado por el mal manejo de los recursos naturales y las omisiones en el cumplimiento de la legislación ambiental para proteger especies amenazadas.

La sociedad y sectores productivos también han sido cómplices depredadores, ya sea por ignorancia o intereses económicos.

Por décadas, la riqueza marina ha sido presionada, sobre todo, por la pesca ilegal, lo cual tiene a la vaquita marina en la puerta de la extinción.

Justo este hecho puso al país otra vez bajo los reflectores de la comunidad internacional, gracias al documental Sea of Shadows, producido por Leonardo DiCaprio y National Geographic, en el cual revela el contubernio entre cárteles y la mafia china para controlar la pesca ilegal de la totoaba, cuya vejiga está valuada en más de 100 mil dólares en el mercado negro.

Además, la semana pasada, sin oposición, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco inscribió a las Islas y Áreas Protegidas del Golfo de California en la lista del Patrimonio Mundial en Peligro, debido a la inminente extinción de la vaquita marina y el fallido combate al tráfico de pez totoaba.

De acuerdo con Peter Shadie, director del Programa del Patrimonio Mundial de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el que sólo queden 10 ejemplares de la marsopa “es un indicador alarmante de la gravedad del comercio ilegal de vida silvestre y pronto seremos testigos de la extinción de una especie emblemática, dentro de la supuesta protección de un sitio del Patrimonio Mundial”.

Un duro señalamiento que evidencia las deficientes acciones para proteger y conservar una especie endémica y todo un hábitat.

Ahí no queda, el Acuario del Mundo tiene más amenazas.

Hace unos días, al Mar de Cortés llegó un derrame de tres mil litros de ácido sulfúrico proveniente de las tuberías de Grupo México, según informó la Administración Portuaria Integral de Guaymas, Sonora. En un escueto comunicado, la empresa dijo que el derrame no ocasionó daños a personas y que todo estaba bajo control.

El ácido sulfúrico es incoloro, pero muy corrosivo y los daños que ocasiona son quemaduras en piel, ojos, pulmones y tracto digestivo con perforación en esófago y estómago y es considerado altamente tóxico para la vida acuática.

El domingo se supo que en las playas de Guaymas y San Carlos se encontraron especies muertas: una tortuga, un lobo marino y varios peces.

La ONG Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación solicitó castigar a la empresa, pues han sido recurrentes los daños ambientales que ocasiona.

Sólo hay que recordar que hace cinco años la Mina Buenavista del Cobre de Grupo México tuvo un derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre en los ríos Sonora y Bacanuchi, el cual destruyó todo un ecosistema y causó severos daños en la salud de los pobladores.

Se le impuso una multa de 23 millones 565 mil 938 pesos por 50 irregularidades detectadas. Pero esos millones no resarcieron los daños. Aún hay personas enfermas, además de arsénico, plomo y cadmio en productos alimenticios y los animales siguen muriendo en la ribera de los ríos.

Grupo México debe responder por sus errores y ojalá se realice una inspección a fondo de las actividades y los sistemas de seguridad en el manejo de sustancias peligrosas y no se le deje derramar ni una gota más de contaminantes en el Acuario del Mundo ni en ningún lugar donde esté presente. O adiós a su operación. ¿Será mucho pedir?

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