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Qué mal debate

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

No me gustó el segundo debate presidencial. Supuestamente se trataría sobre las relaciones de México con el mundo, un tema importantísimo para el contexto actual. Pues nada de eso. En su lugar, la gran mayoría del tiempo se la pasaron hablando del problema de los inmigrantes indocumentados. No es que yo esté en contra de este tema. Por el contrario, se trata de un asunto al que había que entrarle, pero no como para dedicarle casi el debate completo.

El encuentro entre los candidatos presidenciales tuvo ese sesgo con un tema en particular. Quedaron fuera otros asuntos de mayor importancia en la agenda bilateral con Estados Unidos. Poco, casi nada, se habló de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Eso es lo que tiene en vilo a la economía nacional, generando una gran incertidumbre. ¿Qué hacer frente a la visión proteccionista del presidente Trump? Silencio.

Lo mismo con la estúpida guerra en contra de las drogas, una guerra impuesta por nuestro vecino del norte y que nos ha costado miles de vidas de este lado de la frontera. ¿Seguir cooperando en un esquema en el que ellos demandan drogas y nosotros ponemos los muertos? ¿A quién le conviene la política de interdicción? ¿Debe seguir operando la DEA en México con toda libertad? Pues nada.

¿Y sobre cómo tratar al presidente Trump? Puros lugares comunes. Chafa, muy chafa el tratamiento de la relación internacional más importante de México con el mundo.

¿Y el resto de los países?

Ausentes.

Completamente. Vamos a decir que Estados Unidos representa el 80% de nuestras relaciones internacionales. Hombre, pues había que dedicarle un 20% del debate a todo lo demás. Por ejemplo, contrastar las visiones de los candidatos acerca de lo que está pasando en Venezuela y si México debe tener un papel más activo en oponerse a la dictadura que se está imponiendo en ese país. O a las recientes negociaciones comerciales del TPP menos uno (Estados Unidos) o con la Unión Europea. Ni se diga a lo que debería hacer nuestro país frente al surgimiento de China como potencia internacional. Increíble: En pleno siglo XXI, ni una sola referencia al gigante asiático en un debate presidencial.

Por no hablar de los grandes temas filosóficos en materia de política exterior.

En 2016, después del Brexit y en plena campaña presidencial en Estados Unidos, la prestigiosa revista The Economist publicó un número argumentando que la vieja división política entre izquierda y derecha ya no estaba operando en las democracias occidentales. En su lugar, había una nueva división entre cosmopolitas y nacionalistas. Entre políticos que querían abrir sus países al comercio, los migrantes y las ideas y aquellos que querían cerrarlos. Esa supuesta nueva división política en el mundo es la vieja disputa por la nación que hemos tenido en México, por lo menos desde los años ochenta del siglo pasado. ¿Qué queremos los mexicanos? ¿Un país más abierto o más cerrado frente al mundo? Intuyo que habría diferencias importantes entre los candidatos. Pues lo sigo intuyendo. No lo sé con certeza porque, increíblemente, el tema no se trató en el debate del domingo.

Otro asunto tan filosófico como pragmático: El principio de la no intervención en los asuntos internos de otras naciones, precepto consagrado en nuestra Constitución. ¿Qué significa esto en pleno siglo XXI con una creciente globalización? ¿Debemos seguir aplicando la llamada “Doctrina Estrada”? ¿El gobierno mexicano no debe juzgar, ni para bien ni para mal, lo que ocurre con los gobiernos de otras naciones para no violar la soberanía nacional de otros países? ¿Se vale apoyar a dictadores de izquierda, como los hermanos Castro de Cuba, y repudiar a los de derecha, como Pinochet en Chile?

Nada. Un debate concentrado en el importante tema de los migrantes indocumentados salpicado de algunos chistoretes de los candidatos. El mundo ausente, como si no fuera importante para el presente y futuro de México. ¿Acaso de verdad somos un país pueblerino que sólo se está mirando al ombligo? Por supuesto que no. Pero vaya que así nos vimos este domingo en un mal debate entre aquellos que pretenden gestionar las relaciones de México con el resto del mundo.

                Twitter: @leozuckermann

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