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Pinches gringos fachos

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Que Donald Trump sea un fascista ya no debería de sorprendernos a estas alturas de su Presidencia. Ha dado diversas muestras de su fascinación por la tiranía. Hace poco, por ejemplo, se aventó la ocurrencia de decir que su nuevo cuate, el dictador norcoreano Kim Jong Un, era un “cabeza fuerte” que, cuando habla, “su pueblo se sienta en atención; yo quisiera que mi gente hiciera lo mismo”. Ante la andanada de críticas que recibió, el Presidente estadunidense luego dijo que “estaba bromeando” que “no entendían el sarcasmo”. ¿Será? No lo creo. Más bien pienso que lo traicionó su subconsciente. A él, lo que le gustaría, sería convertirse en un dictador al que su pueblo, muerto de miedo, le rindiera pleitesías.

Por sus sueños, declaraciones y acciones, Trump es un facho. Lo peor es que hay una proporción importante de estadunidenses que lo tolera y hasta adora. No la mayoría, pero, por lo que se ve en las encuestas, alrededor del 40% sí lo apoya. A ellos, hoy les digo: pinches gringos fachos.

Perdón por el lenguaje, pero a veces hay que decir así las cosas. Porque no hay manera de justificar lo que está haciendo su Presidente que apoyan y hasta adoran. ¿Separar hijos de sus padres para confinarlos en unas enormes jaulas? ¿En Estados Unidos? ¿El país que fue fundamental para ganarle a los fascistas en la Segunda Guerra Mundial? ¿En la cuna de la democracia liberal contemporánea?

Para todos los que nos consideramos liberales, y que admirábamos a la Unión Americana como un país ejemplar en la defensa de los derechos humanos, resulta vomitivo observar cómo ese país, poco a poco, se comporta cada vez más como los regímenes que tanto combatió el siglo pasado. Es cierto que esa nación cometió horribles abusos en el pasado comenzando con la esclavitud y posterior discriminación de sus migrantes que vinieron de África. Ahí está, también, la grosera reclusión de los japoneses-americanos en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

Ni se diga del racismo y violencia en contra de los inmigrantes indocumentados provenientes de América Latina, en particular de México. Son lamentables y vergonzosos episodios de una sociedad abierta, plural, liberal y democrática.

Ahora, niños enjaulados llorando porque los separaron de sus padres y el procurador General, Jeff Sessions, justificando esta inhumanidad con un pasaje de la Biblia. Lo dicho: pinches gringos fachos.

De acuerdo con información que me compartió Eunice Rendón, experta en el tema de los migrantes indocumentados en Estados Unidos, a la fecha, mil 995 niños y adolescentes han sido separados de sus familias. La autoridad migratoria de ese país arrestó a sus padres quienes, de acuerdo a la “política cero tolerancia” de la administración de Trump, los ha indiciado como criminales, en lugar de ponerles una multa y deportarlos como en el pasado. Debido a que las cárceles federales están sobrepobladas y los niños no pueden ir ahí con sus padres, la Patrulla Fronteriza se los lleva a supuestas “instalaciones de seguridad” en las que los confinan en “jaulas enormes donde se les proporcionan mantas térmicas para cubrirse”. Duermen todos juntos.

En días recientes hemos escuchado las grabaciones del sufrimiento de estos niños quienes, solos e indefensos, extrañan a sus familiares. A cualquier humano decente se le parte el corazón al oír estos lamentos.

Los menores enjaulados luego son colocados con “un patrocinador” para enfrentar “los procedimientos de deportación. Pueden buscar asilo u otra solución para permanecer en el país legalmente. El gobierno tiene la responsabilidad de dar seguimiento a su paradero para asegurarse de que no son víctimas de abuso ni de tráfico, de tal modo que puedan acudir a sus procedimientos en el juzgado”. No obstante, hay evidencia de que, en el pasado, “ocho niños fueron colocados en manos de tratantes que los obligaron a trabajar en una granja avícola”.

Afortunadamente, en Estados Unidos todavía existen sectores de la sociedad que siguen defendiendo los valores de su amenazada democracia liberal. Grupos eclesiales, políticos y organización no gubernamentales se han opuesto a la política de separación y encierro.

Espero y confío que ése otro Estados Unidos, el que tanto admirábamos los liberales, despierte y, en las urnas, saque a los fascistas que se están apoderando de su país. Ojalá, para algún día calificarlos de “ejemplares
estadunidenses democráticos y liberales”.

                Twitter: @leozuckermann

 

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