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Pelearse con los amigos y congraciarse con los enemigos

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Parece que la nueva política exterior de Estados Unidos es ésa. Con toda claridad, lo vimos estos últimos días. El presidente Trump, primero, se alista a viajar a Quebec para la reunión del G7, el grupo de los países más ricos del orbe que concentran alrededor de dos terceras partes del Producto Interno Bruto mundial: Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y el propio Estados Unidos. Trump, al subirse al helicóptero, lanza su primera provocación. El G7 debería invitar, de nuevo, a Rusia a sus reuniones. Este país había sido expulsado del grupo debido a la anexión ilegal que hizo de Crimea, territorio que pertenecía a Ucrania. ¿Por qué está interesado Trump en que regrese Putin a la mesa de los países más ricos? ¿Le conviene eso a Estados Unidos o le conviene a él en lo personal?

Arriba Trump a Quebec. Llega tarde a la primera reunión pactada. Sus países amigos y aliados históricos están enojados por la decisión unilateral de Estados Unidos de imponer aranceles al acero y aluminio, lo cual podría derivar en una guerra comercial que desestabilice a toda la economía mundial. Se filtra una foto elocuentísima en la que todos ven a un Trump enojado escuchando los argumentos de la canciller alemana, Angela Merkel.

El Presidente de Estados Unidos abandona la reunión antes de que ésta concluya, ya que el último tema tiene que ver con el cambio climático. A Trump no le interesa este asunto. Toma el avión rumbo a Singapur para reunirse con el líder de Corea del Norte. En el avión se entera de la conferencia de prensa que ha dado el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien ha criticado la imposición de los aranceles mencionados. Trump se enoja y tuitea. Estados Unidos desconocerá el comunicado final acordado por todas las naciones del G7. Tilda a Trudeau de dócil y sumiso. Al día siguiente, su asesor comercial, Peter Navarro, declara que el primer ministro canadiense se merece estar en el infierno.

Trump llega a Singapur para reunirse con Kim Jong-Un. La familia del dictador norcoreano lleva décadas oprimiendo a este pueblo con uno de los regímenes más represores de la Tierra. Con Kim, Trump es pura sonrisas y alegrías, como si los dos países no llevaran años de enfrentamientos graves. Como si no pasara nada en Corea del Norte.

Con esta reunión, Trump eleva a Jong-Un como un estadista a la altura de negociar al más alto nivel de la política estadunidense. De estar completamente aislado hace unas cuantas semanas, Kim ahora es invitado a visitar la Casa Blanca.

La foto de los dos líderes le da la vuelta al mundo. Es una victoria mediática para el Presidente de Estados Unidos. Es lo único que le importa a Trump. Nada saca su país, en concreto, de Corea del Norte. El comunicado de la reunión en Singapur, de cuatro puntos, es de una vaguedad inmensa. Los norcoreanos se comprometen a la “completa desnuclearización de la península coreana”. Estados Unidos, por su parte, le otorga garantías de seguridad al régimen de Kim. Haga usted lo que guste, señor Jong-Un, mientras se deshaga de sus armas nucleares. No hay ningún detalle de cómo se logrará el pacto. Eso vendrá después, supuestamente. Por lo pronto, la foto sonriente con el dictador de Pyongyang.

Durante su mandato, lo único que ha demostrado Trump es que se siente más cómodo con los dictadores que con los gobernantes demócratas. Prefiere a Putin, Xi Jinping y Kim Jong-Un que a Trudeau, Merkel o Peña Nieto. ¿Por qué será? ¿Qué diría Freud?

La política exterior de Estados Unidos se encuentra personalizada en la figura de su Presidente como nunca en su historia. Lo que importa es Trump, su narcisismo y su olfato para las victorias mediáticas que dejan bonitas fotos apreciadas por su base electoral. Pelearse con las democracias liberales y congraciarse con las dictaduras. Así el cavernícola con el que tiene que lidiar el gobierno de México. Increíble, en este sentido, que Trump se haya reunido primero con Kim Jong-Un que con Enrique Peña Nieto. Increíble que le aplauda al representante de una dictadura represiva y considere a Trudeau dócil y sumiso. Increíble los valores del Presidente de Estados Unidos: respeta más a un tirano con armas nucleares que a sus dos buenos vecinos.

                Twitter: @leozuckermann

 

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