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En el terreno de AMLO

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

El gobierno de López Obrador no tiene nada que presumir y sí muchas cuentas que rendir en su manejo de la pandemia de covid-19, sus malas decisiones económicas y su incapacidad de resolver el problema de la violencia en el país. Si la elección de 2021 se diera en el terreno de la evaluación de los resultados gubernamentales, Morena y sus partidos satélite perderían estrepitosamente.

Por eso, el Presidente quiere llevar la competencia electoral a otro terreno. Uno que conoce muy bien y que le dio extraordinarios resultados en 2018. Me refiero a la corrupción de los gobiernos anteriores.

Con toda razón, el electorado estaba harto de este problema. La indignación no podía ser mayor frente a los escándalos de funcionarios locales y federales que se llenaban los bolsillos abusando del poder.

AMLO entendió perfectamente la rabia social en contra de la corrupción y la hizo el principal tema de su campaña en 2018. En su narrativa, la corrupción era la fuente de todos los males de México y todo se resolvería, casi como por arte de magia, cuando tuviéramos un gobierno honesto.

Los juicios de Genaro García Luna en Nueva York y Emilio Lozoya en México le han venido como anillo al dedo al Presidente en la actual coyuntura.

En el primero, tenemos al secretario de Seguridad Pública del gobierno de Calderón acusado de recibir dinero del Cártel de Sinaloa para favorecer sus intereses.

En el segundo, al director general de Pemex del gobierno de Peña aceptando sobornos de la constructora brasileña Odebrecht para usarlos en la campaña electoral de su jefe y conseguir votos de legisladores a favor de las reformas estructurales.

Ambos resultan perfectos para demostrar la podredumbre del sistema político mexicano y la urgencia de transformarlo.

Ahí, a ese terreno, quiere llevar López Obrador la lucha electoral de 2021, polarizando los bandos en dos. De un lado, los que están en contra de la Cuarta Transformación y, por tanto, defienden la corrupción del pasado. Del otro, los que están a favor de la Cuarta Transformación y, por tanto, la purificación de la vida pública. Como él ha dicho, no puede haber medias tintas. O se está de un lado o del otro. Obviamente, es una trampa retórica porque se puede estar ideológicamente en contra de la Cuarta Transformación, y criticar sus tremendos errores, y a favor de la honestidad en el ejercicio gubernamental.

AMLO, lo repito, es un genio comunicativo. Tiene una capacidad inigualable para llevar la discusión pública a donde le conviene. Hoy, de hecho, los medios están hablando mucho más del caso Lozoya que de las penurias sanitarias, económicas y de seguridad del país.

El Presidente todavía tiene el descaro de quejarse de que los medios no le están dando una mayor cobertura al video que se filtró el lunes, donde operadores de dos senadores panistas aparecen recibiendo maletas llenas de dinero. Unos días antes, López Obrador se había quejado de que los mismos medios le estaban dando mucha cobertura al tema de los muertos de covid-19.

Lo que a él le gustaría son unos medios a su servicio que le subieran todo el volumen a sus temas favoritos y callaran los que detesta. Llevar a todos al terreno político-electoral que le conviene.

Por lo pronto, el Presidente ya puso a la defensiva al principal partido opositor, el PAN. Si de por sí la oposición en México estaba flaquísima, se está quedando en los huesos en la medida en que se involucra a panistas en los presuntos actos de corrupción de Lozoya.

Contrasta esto con lo poco que le han pegado relativamente a los priistas y, sobre todo, la ausencia de testimonios, pruebas y videos del partido más corrupto de todos: el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), esos mercaderes de la política que se han dedicado a medrar con el poder, aliándose igual con el PAN que con el PRI y ahora con Morena. Hoy parecen unas blancas palomitas que no le entraron a la repartición de dinero a cambio de sus votos en el Congreso.

AMLO ya encontró su tabla de salvación rumbo a las elecciones de 2021. Va a sacarle todo el jugo político posible a los juicios de García Luna y Lozoya. Los va a exprimir poco a poco hasta el cansancio. Y qué bueno que salga a la luz pública la podredumbre de los gobiernos anteriores. Eso es muy sano. Pero, ¡ojo!, no por eso soslayemos los malos resultados de la administración Andrés Manuel López Obrador en materia sanitaria, económica y de seguridad. Los medios no deben caer en el juego de restarle volumen a los graves problemas que apremian al país y la responsabilidad que tiene el gobierno en ellos.

                 

           Twitter: @leozuckermann

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