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AMLO y sus socios de la CNTE

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Cuando un gobierno anuncia que va a regalar dinero, inevitablemente muchos se forman en la cola. Todos quieren un pedazo del pastel. Pero hay expertos en la materia. Los que se sienten con el derecho de extraer lo más que se pueda del dinero de los contribuyentes. Ni siquiera se forman en la línea. Aplican una exitosa tecnología más cercana a la extorsión. Arman conflictos sociales, políticos o económicos para presionar a que el Estado suelte billete. Nadie maneja con tal destreza esta estrategia de extracción de rentas como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Son, literalmente, unos maestros en esta materia.

Están de regreso con mucha fuerza. La fuerza de haber apoyado a López Obrador en su campaña presidencial. Es el momento, ahora, de cobrar las facturas. La Sección 18 de la CNTE lleva semanas en paro bloqueando tramos del ferrocarril que atraviesa Michoacán. Las pérdidas han sido multimillonarias. Además, mantienen plantones en el centro de Morelia y han invadido oficinas en 21 municipios.

A fin de “solucionar” este problema, el gobierno federal le prestó al estado michoacano mil millones de pesos para desembolsar algunos pagos de nómina que demandaban los maestros. No les satisfizo. Fieles a su estilo, van por más dinero, plazas y prestaciones. Algunos medios hablan de que pretenden cinco mil millones de pesos. Otros afirman que son siete mil. El dirigente de la Sección 18, Víctor Manuel Zavala Hurtado, ha dicho: “El sector educativo tiene un rezago de diez años, en los cuales se quedaron sin cubrir dos mil plazas de profesores; a tres mil normalistas se les prometieron espacios laborales y no se les ha cumplido, y dos mil profesores eventuales han laborado en los ciclos escolares recientes y no se les ha pagado”. Van, como siempre, por todas las canicas.

El gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, no tiene ni la capacidad política ni económica para enfrentar a los maestros de la CNTE. Como Poncio Pilato, ha tratado de lavarse las manos y aventarle el problema al gobierno federal. Por su parte, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha dicho que no van a utilizar a la fuerza pública para desalojar las vías de tren, las plazas públicas y los inmuebles invadidos: “No habrá represión. Vamos a dialogar, y cuando termine el diálogo, más diálogo”.

Pues mucha suerte, secretaria, que la va a necesitar. El problema con la CNTE es que ellos siempre van por más. Es su modus operandi. Siempre han sido actores muy racionales. Se movilizan para maximizar sus beneficios individuales y grupales. En cuanto los obtienen, van por más. Todo lo que puedan porque, además de racionales, son revolucionarios. Como Marx, creen que el motor de la historia es la lucha de clases y, en este sentido, el proletariado debe presionar al sistema para generar crisis, debilitar las instituciones burguesas y agudizar las contradicciones existentes de tal suerte que se acelere la revolución.

López Obrador ganó, de manera contundente, gracias a que armó una alianza política amplia y variopinta. La CNTE representa una de las alas de la izquierda más radical. En un reciente ensayo en Nexos, Jorge Castañeda afirma que “no hay gobierno de izquierda o revolucionario que no haya debido atender, contender o combatir a su propia ala izquierda”. Son los que “plantean metas, métodos y alcances mucho más extremos y ambiciosos que aquellos propuestos y aceptados por quienes poseen el poder y deben administrarlo”.

Es lo que está pasando con AMLO y la CNTE. Desde el día uno, lo están calando para ver qué le pueden sacar. Si mañana les dieran los siete mil millones de pesos, pasado mañana anunciarían que van por diez mil más. Sobre todo sabiendo que el gobierno no utilizará la fuerza pública para liberar las vías férreas. A la CNTE no le importa que la economía quiebre. Por el contrario, sería ideal para agudizar las contradicciones y fomentar la tan deseada revolución.

Dice Castañeda que “si un gobierno de izquierda, producto de una revolución, de un golpe o de una elección, no cuida su flanco de izquierda, va al despeñadero. Cuidar ese flanco no consiste en reprimirlo, ni en aceptar sus chantajes. Significa prestarle la atención suficiente, y sobre todo, tal vez, desistir de utilizarlo como espantapájaros: para justificar decisiones excesivas o equivocadas del propio régimen”. Tiene razón Jorge. Pero también creo que es muy fácil decir que deben “prestarles la atención suficiente” y tremendamente difícil hacerlo. Sobre todo cuando se tiene enfrente a actores tan profesionales, racionales y revolucionarios como los de la CNTE.

Twitter: @leozuckermann

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