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Chicuarotes

La Crítica

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Gael García Bernal está de vuelta en las andadas cinematográficas y ahora lo hace con Chicuarotes, su segundo largometraje como director en el que sin duda alguna se le nota más maduro como realizador y muy alejado de aquel experimento fílmico que realizó hace doce años con Déficit, su ópera prima.

Es evidente la madurez que adquirió, hablando en cuanto a la técnica, los planos, las tomas y la historia, misma que fue escrita por Augusto Mendoza, quien ya había trabajado tiempo atrás con Diego Luna en Abel.

En esta ocasión el actor tapatío quiso plasmar en la pantalla, como él lo define, una tragedia griega que habla de la pérdida de la inocencia, al contar la historia del Cagalera y el Moloteco, dos jóvenes originarios de San Gregorio Atlapulco que viven inmersos en una espiral de indiferencia, pobreza y falta de oportunidades que les lleva a querer salir de esa miseria tomando el camino más sencillo: privar de la libertad a alguien para pedir un rescate. Lo que parecía un simple juego de jovencitos tontos se convierte en una persecución con tintes fatalistas.

Chicuarotes, término que hace alusión al gentilicio de la gente que vive en el poblado de San Gregorio Atlapulco, nos recuerda un poco, con las diferencias que marca la historia, a Los Olvidados, de Luis Buñuel.

Aunque el resultado fílmico es interesante, la cinta cae en lugares y situaciones comunes de las que muchos ya están casados de ver, leer y escuchar, pero que sin duda alguna forman parte de lo que es México.

 

Lucero Calderón

 

ELENCO: Benny Emmanuel, Leidi Gutiérrez, Gabriel Carbajal.

DIRIGE:  Gael García Bernal.

 

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