¿Y todo para qué?

Hace ya dos años, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró al coronavirus como pandemia. Eran 114 países que lo habían detectado, un poco más de 120 mil contagios y apenas cuatro mil muertos. Hoy, dos años después, superamos los seis millones de muertos.

Más de seis millones de niños quedaron en orfandad y perdieron a su cuidador primario, 150 millones de infantes se incorporaron a las cifras de la pobreza, 40% de la población infantil no recibió ninguna clase de educación durante este periodo.

El desempleo para 2022 se tiene calculado, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, en 207 millones de plazas. Cálculos que fueron hechos antes de la detección de la variante BA.2.

¿EL FINAL DEL TúNEL?

Tras el descenso sostenido de los contagios sin precedentes ocasionados por la variante ómicron, las últimas semanas mostraban señales de dejar la pandemia atrás y volver a la vida como la conocíamos. Países que retiraron el uso del cubrebocas, el pasaporte sanitario y el regreso a las actividades económicas.

Siguen las aperturas y parece que no quiere verse lo que sucede en Asia, particularmente en China. Ayer confinaron a más de 25 millones de personas en Shanghái, la ciudad más importante y el centro financiero del gigante asiático. Pero no sólo es China, es Hong Kong, Corea del Sur, Japón.

Naciones que, con una política de tolerancia cero, lograron contener los contagios y las muertes, y hoy, más de dos años después, enfrentan la peor escalada de contagios con la variante BA.2 de ómicron que, se especula, podría ser 1.5 veces más contagiosa que su predecesora, la hipercontagiosa ómicron original.

¿Qué es lo que sucede? ¿Es el comienzo de una nueva ronda que comienza en Asia y en los próximos meses estará en todo el mundo? ¿La tercera década del siglo XXI estará marcada por aperturas y cierres de una pandemia que no llega a su fin?

¿O EMPEZAMOS DE NUEVO?

Los más pesimistas auguran lapsos de cierres por varios años más, los optimistas consideran que es el final de la pandemia y se vivirá con ella sin detener las actividades, como una gripa.

Lo que es cierto es que la política de tolerancia cero de los países asiáticos impidió que la población adquiriera niveles óptimos de inmunidad natural por contagios, las tasas de vacunación aún no son adecuadas y millones se vacunaron con Sinovac, que no demuestra altos niveles de protección frente a otras variantes (ahí está el caso de Chile, que tuvo que poner refuerzos de otras farmacéuticas frente al aumento de casos y la baja inmunidad alcanzada).

Las próximas semanas serán cruciales para ver si esta variante vuelve a poner en jaque al mundo o comenzamos a olvidar la más distópica pesadilla. Lo cierto es que el coronavirus nos enseñó que no podemos prever el comportamiento del virus y que la amenaza más preocupante es una variante que escape a la protección de las vacunas.

Mientras tanto, no debería tolerarse más a los irresponsables que insisten en no vacunarse, representan un riesgo a la seguridad nacional de cualquier Estado.

POST SCRIPTUM

Muy lamentable el debate de los seudointelectuales de la élite de Twitter tras la apertura del Aeropuerto Felipe Ángeles. Están en el mismo mediocre nivel los aplaudidores y los odiadores de la 4T.

Puede o no gustarnos la materialización del AIFA, eso no importa, lo que no podemos permitirnos son esos debates. La mayoría de ellos, plagados de adjetivos y apreciaciones subjetivas. Todos nuestros fanatismos expuestos.

Más allá de simpatizantes o detractores, parecerían miembros de una secta (sí, con el mismo nivel intelectual de esos que se suicidan para perseguir un cometa). Ceguera absoluta, falta de autocrítica, carencia de análisis. Amantes del odio y el resentimiento.

Seguidores de la 4T: AIFA es nada, ni bueno ni malo. Una obra más, esperemos que con la funcionalidad que se requiere y ya. Ni más ni menos.

Críticos de la 4T: no exageren. Parecería que son habitantes de Suecia o Dinamarca. ¿Han recibido servicio en un hospital público o conocen la periferia de la CDMX? Es mucho más relevante recuperar Michoacán, convertido en tierra de nadie, que perder el tiempo en otros temas.