#SOSCUBA
Lamentablemente, no se observa un cambio en el corto o mediano plazo en el país caribeño
En agosto de 1994, tan sólo unos años después de la caída del bloque comunista y del inicio del también desaparecido mundo unipolar, la isla de Cuba enfrentó la primera manifestación masiva denominada Maleconazo.
Una grave crisis económica y la escasez de medicina orillaron a miles de cubanos a arriesgarse a tomar a las calles en un momento de la historia de la isla más grande del Caribe, cuando el régimen castrista era conocido por su férrea persecución a todos los opositores.
A 27 años del Maleconazo, nuevamente los cubanos salen a protestar por la grave crisis económica, escasez de vacunas contra covid-19 con repunte de casos, la falta de libertad, los recortes a la energía, la falta de alimentos y medicamentos en un mundo muy diferente, pero bajo un mismo castigo: un bloqueo injusto comandado por Estados Unidos.
Desde 1958, comenzaron las restricciones hacia Cuba por parte de Estados Unidos, pero fue en 1962 cuando las medidas llegaron a la totalidad de los intercambios comerciales. Recordemos que antes de la Revolución, Cuba realizaba más de 70% de su comercio con el país norteamericano. Por décadas, el régimen castrista fue auspiciado y financiado en gran parte por la extinta Unión Soviética, lo que complicó aún más la situación de la nación caribeña.
Luego de ese duro golpe, las administraciones Bush, Clinton, Bush Jr., Obama, Trump y Biden han mantenido una línea muy similar, sólo cambiando algunas regulaciones mínimas o dando gestos simbólicos de buena voluntad (al final, mediáticos).
Las protestas del domingo pasado pueden representar tres cosas: un descontento generalizado por las condiciones actuales, el inicio de un cambio en el régimen o bien, una señal de un gobierno débil que se dispersa cada día más.
A pesar de las movilizaciones, las autoridades lograron “controlar” la papa caliente, a diferencia de países como Colombia o Chile, donde realmente la estabilidad peligraba terriblemente. Ayer, Cuba amaneció sin internet y con un fuerte control policiaco, las autoridades enviando el mismo rancio mensaje del intervencionismo yanqui.
Muchos vimos las imágenes como históricas, un síntoma de un cáncer terminal. Lamentablemente, no creo que veremos el cambio en el corto o mediano plazo.
POST SCRIPTUM
A nivel global, superamos las cuatro millones de muertes por covid-19 y ya enfrentamos otro reto: la variante Delta. Una nueva cepa que puede transmitirse a ocho o nueve personas por cada contagio (el virus original contagiaba, en promedio, a dos o tres individuos).
Delta es la variante responsable de la desgracia en India y se encuentra en más de 90 países —México incluido—. A pesar del avance de la variante y del claro repunte en contagios de covid-19, seguimos sin entender y son millones los que muestran total apatía por vacunarse. En México, que comienza el turno de la población más joven, hay centros que están prácticamente vacíos.
Las vacunas están y se distribuyen con una velocidad sorprendente en México. ¿Qué estamos esperando? ¿Por qué la duda? En los países más pobres, menos del 2% de la población ha recibido una sola dosis de vacuna y nosotros desdeñando.
