Réquiem por Afganistán

Las puertas del infierno están abiertas.

Las imágenes de ayer del aeropuerto de Kabul, Afganistán, donde cientos de afganos desesperados intentan salir del país después de la retirada de las tropas estadunidenses, invariablemente nos remontan a las imágenes del fracaso de ese país en Vietnam.

Afganistán, invadido por casi 20 años, fue abandonado a su suerte y lo dejaron en ruinas. El Talibán vuelve más fuerte que cuando fue parcialmente expulsado en 2001. Una invasión que, por una parte, se justificó como defensa por los atentados del 11/09 y, por otro lado, publicitado como una intervención humanitaria por las “gravísimas” violaciones a los derechos humanos y —en especial— los de las mujeres.

Las escenas de mujeres apedreadas hasta la muerte o ejecutadas en una suerte de circo invadieron los informativos para mostrarnos cómo las nobles fuerzas occidentales salvarían a esa nación.

¿Hoy? Están peor. Ya comenzaron a liberar a yihadistas presos, a secuestrar a mujeres y a niños y a reinstaurar el terror, frente a un gobierno estadunidense que básicamente afirmó que es culpa de los afganos. Joe Biden no perdió la oportunidad para afirmar que Estados Unidos no pretendía crear un gobierno democrático en Afganistán ¿Recordará a Hamid Karzai?

Como afirman los expertos, la historia es cíclica, hoy, como en 1975 en la Caída de Saigón, vemos helicópteros sobrevolando la Embajada de Estados Unidos en Kabul, dejando atrás un desastre, como todas las últimas “intervenciones humanitarias” puestas en marcha por ese país. Recordemos Kosovo.

Las puertas del infierno están abiertas nuevamente, Afganistán es un caos y los incipientes avances democráticos que la nación asiática demostraba ya son parte del pasado, en un país donde, desde la Guerra Fría, el conflicto es parte de su realidad.

¿Se imagina el miedo que deben experimentar millones de afganos al revivir la pesadilla que creían extinta? Yo creo que no, ni usted ni yo hemos vivido algo así, donde incluso una decena de personas se han suicidado antes que volver a experimentar el horror Talibán.

Hace unas horas, los diarios daban nota de personas cayendo de aviones, luego de tratar de huir de su país lo antes posible. ¡Así se vive el miedo! Y la pesadilla apenas comienza. Al menos 300 mil ya se han desplazado a fin de buscar zonas seguras, y miles más se encuentran en camino a buscar refugio en países cercanos, por lo cual se aproxima una nueva crisis de refugiados. Otra, otra vez.

Del otro lado de lo que podría ser un nuevo caos, se encuentra Rusia, quien, a diferencia de otros países occidentales y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, afirma que no cerrará su representación diplomática y se reunirá con el nuevo “gobierno”, ya que éste garantizaría la estabilidad del país y su población.

Rusia forma parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que se reunirá a la brevedad, a fin de promover un plan de acción frente a la nueva configuración afgana.

El estado de indefensión y abandono, sumido en la ruina económica, política y social, en el que dejan Afganistán, Estados Unidos y sus aliados, ponen de relieve, una vez más, que las organizaciones internacionales (ONU, OTAN, et. al.) funcionan, a lo sumo, como ornato.

Naciones Unidas es un coach de paz o menos, donde su papel es llenar de vibras positivas y pacíficas a sus miembros. Hoy más que nunca está atada de manos ante todo, es más una ONG que realmente un organismo encargado de promover y garantizar la paz y la seguridad internacional.

¿Por qué seguimos gastando dinero en un organismo tan caro e ineficiente?

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