¿Republicano o demócrata?

Las elecciones son cada vez más cerradas entre dos grupos totalmente radicalizados. Estados Unidos no ha podido sustraerse de la tendencia que recorre, al parecer, a prácticamente todo el mundo. Los electores deambulan la mayoría de las veces sin sentido entre líderes ...

-Las elecciones son cada vez más cerradas entre dos grupos totalmente radicalizados.

Estados Unidos no ha podido sustraerse de la tendencia que recorre, al parecer, a prácticamente todo el mundo.

Los electores deambulan la mayoría de las veces sin sentido entre líderes carismáticos, tan atractivos en los procesos electorales como catalizadores de odio y resentimiento, sin atinar a determinar cuál es la dirección de las mayorías.

Las elecciones —por lo menos en nuestra América—  cada vez son más cerradas entre dos grupos que en forma radicalizada dan bandazos entre una y otra opción que no representa ideales o líneas de trabajo, sino un compendio de rencor hacia los gobernantes recientes que no sirve en modo alguno para construir un mejor futuro.

La mitad más/menos uno en Brasil se debate entre Lula da Silva y Jair Bolsonaro, dos alternativas inviables que discurren entre el rencor y la esperanza de que, ahora sí, las cosas se modificarán sustancialmente.

No se necesitan dotes de adivina para saber que el nuevo gobierno brasileño será un fracaso que discurrirá entre el populismo, la corrupción y la probada ineficiencia. A no ser que ocurriera algo totalmente fuera esquema y que hoy no está en el horizonte, las cosas no cambiarán en aquel país.

Quienes llegaron al poder se vengan de los anteriores en un círculo infinito de demolición.

La política en el Reino Unido es poco menos que un desastre. Los más recientes primeros ministros han oscilado entre la ridícula personalidad de Boris Johnson y la probada ineptitud de Liz Truss y ahora la esperanza de que, ahora sí, se tomará el control luego de que esa nación está pagando los costos del populismo que la llevaron al Brexit.

Es poco probable que Rishi Sunak logre marcar una diferencia o que, por lo menos, se acerque al mítico Winston Churchill. No se atisba que vaya a implicar un cambio monumental. Tristemente, la esperanza se mantiene y, como sucede en otras latitudes, ahí va discurriendo la vida de millones de personas.

Con la creencia de que todo podrá mejorar en un proceso electoral a pesar de las continuas señales de que siguen viviendo, como diría la expresión muy mexicana, con más de lo mismo.

En Estados Unidos la situación es muy parecida. Siguen sin poder procesar la existencia de Donald Trump. Este hombre populista que llegó a la presidencia del país más poderoso del mundo montado en la ola del populismo, la radicalización del discurso y ese odio contenido que explota cuando encuentra una grieta.

Hoy habrá elecciones de mitad de mandato en aquel país, parecería que, en cierto sentido, se trata de una reedición de la contienda entre Trump contra un Joe Biden

que ha tenido muchos problemas para afianzarse en el poder.

Trump, a pesar de las acusaciones en su contra, como incitar la toma del Capitolio, sigue teniendo un amplio respaldo entre muchas capas de la sociedad. No sólo en el que tienen facturas reales o supuestas históricas en contra de ciertos grupos de compatriotas, sino en los que, con una gran facilidad, se sienten decepcionados del gobernante en turno.

Será muy cerrada la elección en el Congreso de Estados Unidos y no ganará nadie, sea cual sea su resultado. La polarización se mantendrá y será utilizada por Trump para lanzar su campaña para regresar al gobierno de Estados Unidos.

Si los demócratas pierden, la mayoría dirá que es una señal de que lo desean a él, si la ganan, asegurarán que es un mensaje inequívoco de que los necesitan para encabezar el gobierno. Así son los populistas, convierten cualquier determinación a su favor.

Sería ocioso extendernos en otros países, como Nicaragua o El Salvador; preguntarnos si Gabriel Boric enarbola desde la ilusión de lo perfecto a Salvador Allende o si tipos como Nayib Bukele, quien ya está más preocupado por su reelección, son la salida a la situación de América Latina.

Una pregunta subyace cuando vemos la catástrofe política que se vive en prácticamente todo el mundo: ¿es un bache en la historia, está surgiendo una nueva realidad política o vivimos el eterno retorno?

POST SCRIPTUM

Qué impresentable país donde una mujer ya no puede ni tomar un taxi de aplicación sin estar en riesgo de muerte.

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